Monday, October 11, 2010

Berlin

La noche aquí ya requiere abrigo y bufanda.
Como en otras ciudades europeas, la iluminación de las calles a estas horas recuerda más a los farolillos de gas de otras épocas que a las potentes lámparas eléctricas que son... Camino a lo largo de la impresionante avenida Unter den Linden. Las ciudades que han sido capitales imperiales ejercen sobre mí una impresión particular: al tiempo que me hacen sentir pequeño, minúsculo, insignificante, insuflan en mi interior una sensación de grandeza, plenitud, dominio sobre el universo. Quizás siempre fue la intención de los arquitectos que así las diseñaron. Nunca nadie me lo dijo, pero es así como me siento...
Dirijo mi paso firme hacia Brandenburger Tor. Súbitamente, percibo los taconazos de las negras y lustrosas botas que otrora recorrieron en multitud la avenida... Cuando von Bismark convierte la ciudad en capital del Imperio Alemán (1871), cuando antes, durante, entre y tras las dos grandes guerras, la ultrajaron ignominiosamente...
Llego a la Plaza de París y ahí está, imponente. Cuando la cruzo bajo uno de sus impresionantes arcos, percibo los latidos de tantos y tantas que haciendo lo mismo no consiguieron llegar al otro lado... Vienen a mi mente Renate Zoellner (q.e.p.d.), profesora y compañera, y Margarethe...
Sus familias, sus vidas, sus silencios y sus victorias...
Caigo en la cuenta de que la vida se vive, como se puede, en las circunstancias que nos toca vivir a cada cual... Caigo en la cuenta de lo desagradecido, inconsciente, insensato, ciego que a veces se puede llegar a ser... Caigo en la cuenta de la grandeza de las pequeñas cosas...