Monday, December 20, 2021

Movilidad internacional y COVID-19

 

Sung Jin Cho en Unsplash

[He publicado esta entrada en la revista digital Alumni Time el 17.12.2021 (Castellano - Euskara)]

Decir que 2020 fue un annus horribilis resulta una dolorosa obviedad. El factor sorpresa –por lo inesperado- y la rápida propagación de la pandemia provocaron el cierre de fronteras, el confinamiento de millones de personas, el desplome de las bolsas, la paralización de la producción, la caída del consumo mundial y el estancamiento de la distribución de los mercados globales de materias primas, la cancelación de destinos turísticos, de desplazamientos aéreos y marítimos, de actividades deportivas, la repatriación de personas desplazadas por trabajo o estudios[1]...

Tras el verano, encarando el último cuatrimestre de ese mismo año, en Europa pensábamos que todo se resolvería con la llegada de las vacunas y que regresaríamos a nuestro estilo de vida habitual en un corto plazo. Craso error. Durante el final de 2020 y la totalidad de 2021 hemos conocido las variantes del virus (12 hasta la fecha)[2], las distintas olas que estas variantes han seguido generando, la relajación del mantenimiento de las medidas preventivas y la heterogénea planificación en la administración de las vacunas en cuanto a países, dosis, plazos y franjas de edad se refiere, agravado por la decisión de amplios sectores de la población que rechazan ser vacunados. Las cifras del último mes y medio en la Unión Europea hablan por sí solas.

Se suma a esto la lista de países, 51[3], que en septiembre de 2021 no habían llegado al 10% de su población vacunada, objetivo que la comunidad internacional se había marcado para hacer frente a la pandemia. 51 países de los cuales el 76% -3 de cada 4- están en África, nueve (18%) en Asia y tres (6%) en América Latina y el Caribe. Occidente acumula más vacunas anti COVID-19 de las que necesita y se resiste a compartir los excedentes con los países más pobres.

Muhammad Aziz Ali Mutia en Unsplash

Hasta aquí, lamentablemente, poco hemos cambiado respecto de cómo éramos antes de 2020. Hemos descubierto que nuestro limpio y aséptico occidente no era ni tan limpio ni tan aséptico como creíamos y, además, gracias a nuestra soberbia, somos incapaces de entender que, si un 26% de los países del mundo no consigue aumentar su tasa de vacunación sincronizándose con el resto, estaremos creando un reservorio que perpetuará la situación para perjuicio de todos. En diciembre de 2021, poco más de un 46% de la población mundial ha recibido la pauta completa de la vacunación.

A mediados de la década de los ochenta, con el lanzamiento del programa ERASMUS y la firma del tratado de Schengen -aunque este último entró en vigor en 1995- en Europa experimentamos la libre movilidad de la ciudadanía entre los estados miembros de la Unión. A partir de 2007, esta movilidad se hizo extensiva a terceros países no pertenecientes a la Europa comunitaria. Desde sus inicios, más de nueve millones de personas han participado en los programas ERASMUS y ERASMUS+ y ha quedado más que demostrado el beneficio que supone para todos la movilidad internacional, tanto para la realización de estudios cuanto para la incorporación en el mercado laboral. En 2020, toda esta movilidad quedó suspendida privando de esta experiencia a un gran número de personas.

Por otro lado, antes de 2020, cuando se viajaba a algunas zonas del mundo en Asia, África, América Latina y el Caribe se hacía imprescindible vacunarse contra algunas enfermedades endémicas en estas regiones: malaria, dengue, fiebre amarilla, cólera, hepatitis B, entre otras. Desde 2020, toda la tierra se ha convertido en la región donde la Covid-19 campa a sus anchas y las otras enfermedades no han desaparecido ni disminuido en absoluto.

Ahora que las personas de occidente han tomado conciencia de su vulnerabilidad y fragilidad, no podemos dejar de vivir, ni de seguir intentando construir un mundo mejor, más unido y más consciente de la necesidad que tenemos de hacerlo juntas y juntos. El mundo post-2020 exigirá que nos vacunemos, que utilicemos la mascarilla, que respetemos las medidas preventivas... Que todas las personas que poblamos el planeta asumamos nuestra responsabilidad en este empeño y trabajemos juntas para hacer de nuestra casa común algo hermoso y habitable.




[1] Duque, Juan Carlos (2020, 28 de febrero). Algo no me cuadra... Recuperado el 12/12/2021 de: https://blogs.eitb.eus/inteligenciaemocional/2020/02/28/algo-no-me-cuadra/

[2] CDC (2021, 1 de diciembre). Clasificaciones y definiciones de las variantes del SARS-CoV-2. Recuperado el 12/12/2021 de: https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/variants/variant-classifications.html

[3] Gutiérrez, Icíar / Oliveres, Victòria, (2021, 30 de septiembre). 51 países no han llegado ni al objetivo de vacunar al 10% de su población contra la COVID-19. El Diario.es Recuperado el 12/12/2021 de: https://www.eldiario.es/internacional/51-paises-no-han-llegado-objetivo-vacunar-10-poblacion-covid-19_1_8354085.html

Friday, November 26, 2021

Reencuentro reparador

[He publicado esta entrada en el el Blog de Inteligencia Emocional de EiTB el 26.11.2021]

Desde las vacaciones de verano estos casi tres meses han volado. Pero ha sido un vuelo rasante... De esos que ponen los pelos de punta y hay que sujetarse el sombrero, el paraguas y la gabardina y agarrarse a algo para no saltar por los aires. Tenemos la gran suerte de tener un trabajo, pero algunas veces –y esta ha sido una de ellas– la intensidad, tensión y complejidad del mismo ha acabado minando nuestra salud física y mental.

El cambio de estación no se notó, alargándose en un interminable y caluroso veroño, y después, de forma fulminante y súbita nos cayó el otoño que, como tal, ha debido durar una semana –como mucho– permitiendo que el invierno se colara a escondidas y corriendo...

La cansina compañera de viaje en este último tiempo, la Covid-19, no sólo no ha desaparecido, sino que, aunque parecía que en algunos países había retrocedido –y el nuestro era uno de ellos-, da la sensación de que lo hizo para tomar un nuevo impulso.

En esta tesitura, decidimos que debíamos parar al menos un par de días. Buscamos una Casa Rural en el valle de Arratia, a unos 35 km de Bilbao –esto es, al lado de casa-. El tiempo se puso de nuestro lado y, aunque pre invernal en cuanto al termómetro, estuvo despejado el viernes y el sábado. Domingo, como no, lluvioso ¡que estamos en Bizkaia! Cuando llegamos a nuestra habitación, a la luz de una espectacular luna llena, pudimos ver desde el ventanuco al majestuoso monte Gorbeia.


El sábado por la mañana nos acercamos a Zeanuri para hacer una de las rutas de la zona: la del embalse de Undurraga -infraestructura cuya titularidad ostenta el Consorcio de Aguas del Gran Bilbao-. Seguramente una de las más sencillas y, sin duda, tan bella como las demás. Caminamos con calma, sin prisa, deteniéndonos para contemplar cualquier cosa que llamara nuestra atención –pequeñas cascadas, árboles, hojas caídas, musgo, setas, piedras, senderos y puentecillos, caseríos, vacas y caballos, un antiguo molino- entre la margen izquierda del río Arratia y los pies del Gorbeia. Más de tres km de subida y otros tantos de bajada. Llama la atención cómo se compagina armónicamente la artificialidad de la presa con el esplendor de la naturaleza circundante.

El domingo, envueltos en la niebla y rociados por el sirimiri, nos llegamos hasta el santuario de Urkiola y su espectacular entorno de hayedos de troncos semidesnudos tejiendo alfombras con sus hojas caídas sobre el intenso verdor a los pies de las encinas.

Hacía mucho que no sentía el balsámico efecto reparador de este encuentro sereno y sin pretensiones con la naturaleza. ¡Habrá que hacerlo más a menudo!

Wednesday, November 10, 2021

Dar oportunidades a la experiencia

 

Foto de Gerd Altmann en Pixabay

[He publicado esta entrada en la revista digital Alumni Time el 10.11.2021 (Castellano - Euskara)]


Juan Carlos Duque Ametxazurra y Aitor Urrutia Serrano

Allá por 1969 el gerontólogo y psiquiatra estadounidense Robert Neil Butler acuñó el término age-ism (edad-ismo), para referirse a la discriminación o intolerancia hacia las personas mayores o de edad avanzada y vaticinó que en los siguientes 20 o 30 años en los Estados Unidos sería un problema tan grave como el racismo o, incluso, que lo superaría. Según algunas fuentes, entre 1958 y 1977 en el Estado español nacieron casi catorce millones de personas, 2,5 más que en los veinte años anteriores y 4,5 más que en los veinte siguientes. Esta generación comenzará a jubilarse a partir de 2023 y en 2021 se encuentra en la franja de edad comprendida entre los 44 y los 63 años.

En el ámbito nacional, según los datos del INE en la encuesta de población activa a 29/07/2021, EPA. Segundo trimestre 2021, por grupos de edad, se observan descensos del paro este segundo trimestre entre las personas de 25 a 54 años (–168.000). Por el contrario, el número de parados sube en 46.300 entre los menores de 25 años y en 11.600 entre los de 55 y más años.

Según el desglose de este informe en el diario Expansión para este periodo, el paro entre 25 y 54 años se sitúa en el 13,8% (M:16,1%; H: 11,8%), que supone 2,38 millones de personas, de las que 1,32 son mujeres y 1,06 hombres. En mayores de 54 años lo hace en el 12,8% (M: 14,4%; H: 11,3%): 564.000 personas, 295.000 mujeres y 269.000 hombres.

En el apartado que presenta los datos por Comunidades Autónomas, en Euskadi el paro entre 25 y 54 años es del 8,3% (M: 8,8%; H: 7,8%), que supone 61.000 personas, de las que 31.000 son mujeres y 30.000 hombres. En mayores de 54 años es del 7,7% (M: 7,2%; H: 8,3%), lo que significa que 17.000 personas, de las que 8.000 son mujeres y 9.000 hombres, están en situación de desempleo.

Si centramos nuestra atención en la cantidad más que en el porcentaje y pensamos en la evolución de la población activa que llegará al final de su vida laboral en los próximos años, nos encontramos con varios y muy distintos elementos que requerirían una profunda reflexión.

Uno de ellos es la entrada de los y las mayores de 40 años en el grupo de personas desempleadas y los motivos por los cuales cada vez les resulta más difícil reincorporarse al mercado laboral.

El paro es siempre un drama. Cuando se es joven, sin trabajo no se puede construir un proyecto de vida, pero queda toda una vida por delante para luchar, intentarlo y conseguirlo. Hacer frente a una situación de paro con más de 40 años es, además de un drama, un reto abismal para conseguir reengancharse al mercado laboral. Contactos y formación actualizada de conocimientos para hacer frente a las necesidades actuales del mercado no siempre son suficientes. A los 55 se pide lo que uno ya no tiene y no se valora lo que uno más tiene, experiencia. Así queda reflejado en la noticia que emitió Televisión Española el pasado 3 de marzo de este mismo año con el título “El drama del paro eterno en los mayores de 50 años: Vivo por debajo del umbral de la pobreza y en casa de mis padres”[1] y donde se apunta a que más del 70 % de los desempleados mayores de 55 años lleva en esa situación más de un año.

En junio de 2019 la revista digital Compromiso Empresarial publica un artículo en el que denuncia que el 71% de empresas del IBEX 35 se olvida del talento sénior, dedicándoles poca o nula atención a las personas mayores de 50 años.

En aras de crear equipos de alto rendimiento para incrementar su competitividad, el tejido empresarial va incorporando planes de igualdad para fomentar el empleo femenino, contratan profesionales de distintas procedencias, conforman equipos multidisciplinares o los van rotando, incluso existen programas para la contratación de profesionales con neurodiversidad. Sin embargo, la contratación de profesionales sénior sigue siendo residual.[2]

Asimismo, a la hora de cursar las candidaturas recibidas en los procesos de selección, existen filtros reales que aplican tanto los portales de empleo como los técnicos de selección de personal. Tanto el sistema informático como el recruiter tienen órdenes claras respecto al perfil de edad que se busca y, muy raramente, ese perfil de edad excede de los 45 años en su límite máximo. Así que automáticamente estás fuera, da igual cuántas veces te inscribas y en cuántas ofertas. Da lo mismo a cuántos headhunters o consultorías de selección te dirijas, estás fuera del “perfil” que solicitan sus clientes, no eres una materia prima útil para ellos.[3]

Por último, la persona que pierde su trabajo más allá de los cuarenta tiene que vencer su propia profecía autocumplida: he perdido mi trabajo y estoy menos motivado/a, estoy menos dispuesto a trabajar en programas de desarrollo profesional, me cuesta entrar en lo digital, no tengo ambición ni hambre de éxito, mi salud es más delicada o lo será en breve, ¿qué será ahora de mi familia? Conclusión: nunca volveré a encontrar trabajo.[4]

Para salir de este círculo vicioso hay que enfrentar el problema desde tres ángulos: la persona afectada, el tejido empresarial y la cultura social. Es, por tanto, hora de remangarse y desarrollar acciones concretas para luchar contra esta situación y contribuir a que la discriminación por edad en el mundo laboral no sea una realidad. Por tanto, un verdadero acto de innovación social: el reto social que supone abordar una prolongación de la etapa laboral minimizando los efectos inevitables del proceso de envejecimiento de cada persona trabajadora.

Ante el llamativo incremento de mayores de 40 años en la base de datos de personas en búsqueda de empleo, en Deusto Alumni nace una exigencia: “¡tenemos que hacer algo!” Desde el curso 2015 – 2016 se desarrolla anualmente el programa de Recolocación Profesional con el objetivo de facilitar la incorporación al mercado laboral de este colectivo de difícil inserción.

Combinando el trabajo individual con el grupal, se trabajan algunas competencias transversales con las personas participantes en el programa, se presentan herramientas de búsqueda de empleo, se revisan los currículos individuales, se realizan simulacros de entrevistas de trabajo para reforzar su seguridad, poniendo en evidencia los puntos fuertes y débiles, y se trabaja con un/a coach profesional para resolución de dudas y profundizar en la motivación individual. Además, se les mantiene informadas de potenciales empresas empleadoras y de ofertas de empleo que puedan ser de su interés.

Siguiendo con dar oportunidades a la experiencia, nos encontramos con las bondades que sin duda encuentran las empresas cuando incorporan talento sénior. Además de la diversidad generacional, que aúna el empuje y desparpajo de la juventud con la experiencia, se añade el saber hacer y el mayor sosiego por parte de los séniores. Estos buscan una mayor raigambre laboral y, por tanto, tenderán menos a la rotación. Asimismo, gozan de una mayor estabilidad emocional y madurez. Saben lo que quieren, cómo conseguirlo y se esfuerzan en lograrlo. Vivieron un compromiso con las empresas mayor que el que hay ahora, por lo que su cultura de empresa más fuerte (fidelidad). El bagaje experiencial que llevan a cuestas les hace ser más resilientes y no precipitarse ni ponerse nerviosos ante un problema, conflicto o cambio, al tiempo que cuentan con una red de contactos (clientes, proveedores, colaboradores, compañeros, amigos, etc.) que podrá ser muy útil en caso necesario. El haber tratado con distintos perfiles y en distintos ambientes, les ayuda también a ser mejores gestores de equipos. Suelen ser mejores interlocutores en situaciones delicadas o difíciles, y cuentan con un mayor saber hacer (know-how) y más conocimientos.

Abramos los ojos. Salvo que nos quedemos por el camino antes de lo deseado, seguiremos cumpliendo años y más pronto que tarde, muy a nuestro pesar, habremos llegado también a esa edad en la que, esperemos que no, podríamos quedarnos sin trabajo faltándonos muchos años para la jubilación...

Presentamos a continuación el testimonio de dos Alumnae de la Universidad de Deusto que realizaron el programa de Recolocación Profesional: Mónica de Anduiza Añón, Secretariado de Dirección (Prom. 92) y Esmeralda Morán Torres, Diplomatura en Turismo (Prom. 94), ambas tituladas por la Universidad de Deusto.

¿Qué te impulsó a participar en el programa de Recolocación Profesional? ¿Cómo te encontrabas personal y profesionalmente antes de hacerlo?

Mónica
: En mi caso, ya había tenido oportunidad de conocer al equipo Deusto Alumni con anterioridad. Al encontrarme en ese momento sin trabajo, consideré que era una gran oportunidad ya que sabía que siempre me iba a aportar, tanto profesional como personalmente, el realizar un programa con ellos.

Como he dicho antes, ya conocía al equipo de Deusto Alumni desde hacía un tiempo. Me recibieron y acogieron con cariño; me escucharon y entendieron y eso es lo que más necesitaba en ese momento así que en esta ocasión me encontraba en mejor estado personal. A pesar de ello, la incertidumbre del futuro profesional siempre cala y mina. No es fácil gestionarlo a cierta edad

Esmeralda: Después de una larga trayectoria profesional de más de 25 años trabajando tanto en el sector del Turismo como en otros sectores, de repente me encontré en una situación de desempleo no deseada y me sentí muy sola y desorientada a la hora de replantearme un nuevo inicio laboral.

En lo personal me sentía muy sola y desorientada, sin saber muy bien qué camino tomar y bastante desanimada, la verdad, y profesionalmente no sabía muy bien en qué situación real me encontraba, si tenía o no opciones reales de encontrar un nuevo empleo que se ajustara a mi perfil y viceversa y qué competencias tenía ya o necesitaba desarrollar para aumentar mi empleabilidad en el futuro.

¿Qué señalarías como más relevante de la experiencia vivida durante el programa?

Mónica: Comprensión y escucha. Al empezar el programa no eres capaz de confesar lo que sientes ni todos tus miedos. El grupo que formamos fue estupendo y cada cual iba abriéndose poco a poco, lo que hacía que viéramos nuestros propios miedos reflejados en otra persona y nos diera fuerza para hablar abiertamente sobre lo que realmente sentíamos. Nos apoyábamos los unos en los otros y nos transmitíamos fuerza para seguir.

Esmeralda: Desde el minuto uno me sentí muy acompañada porque el equipo humano que gestiona este programa se preocupa de conocer la situación y personalidad de cada uno de los integrantes del programa de Recolocación para ayudarnos a todos y cada uno de nosotros a encontrar de nuevo nuestro camino laboral.

¿Qué cambios, de haberlos, señalarías como los más importantes de tu antes y después de realizar el programa?

Mónica: Durante el programa se nos animó a plantearnos planes B. No por haber estudiado una carrera concreta, o haber trabajado en algo definido, tendríamos que continuar siempre así. Abrimos las alas a la hora de pensar “qué me gustaría hacer realmente" “qué debo hacer para lograrlo". Busqué mi propia felicidad a nivel laboral.

Esmeralda: El principal cambio que he notado desde que participé en el programa ha sido en mi propia actitud y expectativas ante el mercado laboral. Antes sentía que tal vez el tren del empleo había descarrilado en mi caso y, sin embargo, he podido ver que, con un poco de ayuda en la búsqueda de oportunidades laborales y cierta orientación laboral en lo personal, es perfectamente posible reengancharse al mundo laboral a pesar de tener más de 45 años. ​

¿En qué medida tu participación en el programa ha facilitado tu reinserción laboral?

Mónica: Sobre todo me ha dado más seguridad. La experiencia la llevaba ya puesta; la flexibilidad y los conocimientos también. Pero algo que puede parecer sencillo, que se da por hecho, no lo es. A veces necesitas que alguien te haga ver lo que vales, pero siendo realistas, sin intentar crear una valía forzada o para consolar, sino haciendo hincapié en los puntos fuertes de cada persona, de los cuales a veces no somos conscientes o consideramos “normales" porque “somos así” lo cual no quita para que esa característica propia sea un punto fuerte que no mucha gente tenga y haya que valorarlo y explotarlo de manera consciente. Todos tenemos una gran valía: hay que conseguir ver la que nos define y focalizarla.

Esmeralda: Gracias al programa conseguí encontrar empleo, y antes de eso también conseguí realizar varias entrevistas con empresas muy relevantes... Ahora mismo estoy en la búsqueda de un nuevo empleo que se ajuste mejor a mis circunstancias personales, pero sin duda, tengo que agradecer al programa de Recolocación de Deusto Alumni que hoy en día tenga un empleo y mejores perspectivas laborales que cuando inicié mi andadura en el programa.


[1] Fresneda, Diana (2021, 3 de marzo). El drama del paro eterno en los mayores de 50 años: "Vivo por debajo del umbral de la pobreza y en casa de mis padres" Recuperado el 15/09/2021 de: https://www.rtve.es/noticias/20210303/drama-paro-eterno-mayores/2080246.shtml

[2]  Innova&acción. El reto de aprovechar el talento sénior. Recuperado el 14/09/2021 de: https://innovayaccion.com/el-reto-de-aprovechar-talento-senior

[3] Innova&acción. Más de 50 o pescar en un mar sin peces. Recuperado el 14/09/2021 de: https://innovayaccion.com/blog/mas-de-50-o-pescar-en-un-mar-sin-peces

[4] Ibíd.


Wednesday, October 06, 2021

Segunda oportunidad

 

 Foto de Motoki Tonn en Unsplash

[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de EiTB el 06.10.2021]

Los japoneses inventaron a mediados del siglo XV el arte kintsugi (o kintsukuroi), consistente en aplicar generosamente una pasta de resina – fruto de la mezcla de barniz de resina con polvo de oro, plata o platino – en las zonas fisuradas o fracturadas de piezas de cerámica no con el ánimo de restaurarlas a su forma original, sino de repararlas ensalzando la belleza de sus cicatrices. El resultado final no es la pieza original tal como era, sino esa misma pieza rota, recompuesta y embellecida por el metal precioso.

Todas y todos, tarde o temprano, acabamos rompiéndonos: enfermedad, traición, infidelidad, abandono, rechazo, separación, odio, acoso, abuso, fracaso, desastres naturales, guerra, muerte... Cada una de estas causas, por mencionar algunas porque más haberlas haylas, y sus respectivas consecuencias pueden hacer añicos por dentro y por fuera la preciosa y delicada vasija que somos. Y para estas fracturas no hay kintsugi. Más aún si quien las produce es un victimario que nos convierte en víctimas.

Recientemente he visto la película Maixabel, estrenada el pasado 24 de septiembre, dirigida por Icíar Bollaín y protagonizada por Blanca Portillo, Luis Tosar, Urko Olazabal y María Cerezuela, en los principales papeles, y galardonada con el Premio Cine Vasco en el Zinemaldia de San Sebastián. En ella se refleja el proceso interior de Maixabel Lasa (viuda de una víctima mortal de ETA – Juan María Jáuregui - y convertida ella también en víctima) cuando dos de los victimarios piden encontrarse cara a cara con ella. Superando las dudas y el inmenso dolor que le provocan estos encuentros, finalmente accede[1].

Obviando la excelente factura de la cinta, he de reconocer que en muchas ocasiones no pude contener las lágrimas. Haber vivido cuarenta años en la Euskadi que refleja el film hace que broten muchas emociones muy intensas.

 Como afirma Joan-Carles Mèlich Sangrà,

Somos finitos porque heredamos una tradición, una gramática, esto es, un conjunto de signos, símbolos, valores, actitudes, ritos, mitos... que configuran, sin querer, la imagen que tenemos del mundo, de los demás y de nosotros mismos. No es posible, precisamente porque somos finitos, construirnos o crearnos a voluntad, sino solo «desde y en» la gramática que hemos heredado y que nunca podremos abandonar (al menos del todo)[2].

Zambullirse en el drama real reflejado en esos 115 minutos cinematográficos permite palpar los procesos existenciales de las personas reales representadas y ser testigo de su desarrollo y evolución individual. Constatar que el diálogo, el respeto interpersonal, la profunda reflexión, la revisión de la gramática individual son posibles, es una bocanada de aire fresco para una sociedad aún herida. Hace soñar que para algunas fracturas sí existe algo parecido al kintsugi. Pero como todo arte requiere disciplina, concentración, paciencia y preocupación por dominarlo.

 Quiero que Maixabel Lasa sea quien termine estas líneas:

El perdón es una palabra que para mí tiene muchísimas connotaciones religiosas. Y yo no soy religiosa, soy agnóstica. Yo creo que dar una segunda oportunidad a una persona quiere decir lo que quiere decir, ni más ni menos. Yo se la quiero dar a quienes han solicitado estar conmigo y han hecho un recorrido personal. Puede haber alguien que no lo entienda y que lo disfrace diciendo que cómo he podido perdonar. Pero esto es algo mayor que eso y queda entre ellos y yo[3].


[1] Filmaffinity (2021, 24 de septiembre). Maixabel. Recuperado de: https://www.filmaffinity.com/es/film375190.html

[2] Mèlich Sangrà, Joan-Carles (2012). Paradojas (Una nota sobre el perdón y la finitud). Ars Brevis, Barcelona. P. 123. Recuperado de: https://ddd.uab.cat/pub/artpub/2012/196670/arsbre_a2012n18p122.pdf

[3] Zas Marcos, Mónica (2021, 27 de septiembre). Maixabel Lasa, víctima de ETA: "Perdonar tiene una connotación religiosa y yo soy agnóstica". elDiario, Entrevista. Recuperado el 28/09/2021 de https://www.eldiario.es/cultura/maixabel-lasa-victima-eta-perdonar-agnostica_1_8341694.html

Monday, August 09, 2021

La edad...


 Foto[1]: Cada día...

[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de EiTB el 09/08/2021 y en el Blog de Ciutat Nova el 25/10/2021 (Català - Castellano)]

Aunque Quote Investigator[2] revela otras fuentes, se le atribuye a John Lennon la frase la vida es eso que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes.

Cuando ya son muchas las hojas caídas de otros tantos calendarios, disfrutando de un merecido descanso estivo – espero -, el parón me ayuda a hacer dos viajes: uno físico, alejándome de la realidad cotidiana – ejercicio más que necesario, si es posible – y otro hacia adentro – si uno quiere -.

En este último una primera parada es el agradecimiento. Estoy aquí y ahora gracias a muchas personas y circunstancias. Sigo siendo importante - ¡perdón por la petulancia! Al menos, algo relevante - para algunas de ellas, entre éstas tú lectora, tú lector, por seguir mis palabras al viento -. Creo que también lo fui para otras que desgraciadamente ya no están a mi lado, o que dejaron de estarlo porque ellas o yo así lo decidimos. A todas ellas, ¡gracias por hacerme sentir así! – o por hacer que me lo crea -, ¡por hacerme ser quien soy!

Una segunda escala es pedir disculpas. Seguro que serán muchos – demasiados – los errores cometidos. Unos, quiero creer, inintencionados. Otros, puro fruto de la desidia o la debilidad… Por ignorancia, arrogancia, prepotencia o mil carencias que jamás seré capaz de identificar, reconocer… Errores pasados, presentes y futuros. Algunos tan arraigados, que seguirán ahí sin que ni siquiera pueda verlos... Creo humildemente que nunca he pretendido cometer ninguno con la aviesa intención de hacer daño a nadie... Aun así, ¡perdón por unos y otros!

La tercera estación es tomar conciencia del presente. El ser humano (...) nace sin que intervenga su voluntad y ha de morir contra su voluntad (...), morirá antes que los que ama, o éstos antes que él (...)[3]. Mirando los calendarios caídos, en mi caso, resulta más que evidente que los que queden por consumirse serán ya considerablemente menos que aquellos. ¡Y todos rebosantes de tantos momentos presentes...! Presente que, al fin y al cabo, es lo único que tengo. El pasado, aunque lo recuerde, ya se fue... El futuro, por mucho que lo planifique, nunca sabré si llegará y, si lo hace, seguramente diferirá mucho de cómo lo imaginé... ¡La realidad nunca dejará de sorprenderme! Parece ser la esencia de, según muchas y muchos expertos de - y en - la vida, física y espiritual, eso que nos pasa mientras gastamos el tiempo planeando lo que desconocemos si algún día será.

La conclusión es que querría dedicar cada presente que me quede a vivirlo sin prisa, haciendo que el tiempo dure, mirando a los ojos a quien esté a mi lado, zambulléndome en su presente y compartiéndolo con delicadeza, acogiendo ese misterio, ese tesoro, ese universo, como me gustaría que lo hicieran conmigo... O estando solo, prestando atención a mi entorno y hacer lo mismo con él...

En la serena noche de La vall d’Aro[4] miro hacia arriba, a las estrellas titilantes incrustadas en la ingrávida y oscura cúpula teñida hoy por nubecillas gris blanquecino, y siento calma... Por un momento se me ha pasado por la cabeza que desearía que mi alma tuviese la misma edad que la edad del cielo...



[2] Quote Investigator (2012, 6 de mayo). Life is What Happens To You While You’re Busy Making Other Plans. Recuperado de: https://quoteinvestigator.com/2012/05/06/other-plans/

[3] Fromm, Erich (1980). El arte de amar. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona. 19.

 


Jorge Drexler - La edad del cielo https://youtu.be/wcASVErTfzw

 

La edad del cielo
Jorge Drexler

No somos más
Que una gota de luz
Una estrella fugaz
Una chispa, tan sólo
En la edad del cielo

No somos lo
Que quisiéramos ser
Solo un breve latir
En un silencio antiguo
Con la edad del cielo

Calma
Todo está en calma
Deja que el beso dure
Deja que el tiempo cure
Deja que el alma
Tenga la misma edad
Que la edad del cielo

No somos más
Que un puñado de mar
Una broma de Dios
Un capricho del Sol
Del jardín del cielo

No damos pie
Entre tanto tic tac
Entre tanto Big Bang
Sólo un grano de sal
En el mar del cielo

Calma
Todo está en calma
Deja que el beso dure
Deja que el tiempo cure
Deja que el alma
Tenga la misma edad
Que la edad del cielo

Fuente: LyricFind

Autores de la canción: Jorge Abner Drexler / Jorge Abner Drexler Prada
Letra de La edad del cielo © Warner Chappell Music, Inc

Monday, July 05, 2021

Soledad, ¿cuál es la respuesta?


 Photo by Tijs van Leur on Unsplash

[He publicado esta entrada en la revista Ciudad Nueva, Emocional, Julio/Agosto 2021, p.11]

Julio de 2019. Una noticia nos descoloca: Se compran amigos y abrazos: la epidemia de soledad en EE UU ya es un negocio[1]. En el paraíso del capitalismo varios emprendedores detectan un nicho de mercado y reaccionan. 7 ó 21 dólares por caminar con alguien, 20 por tocarse sin intenciones sexuales, fiestas de abrazos, sillas vacías en la esquina de una calle para hablar con desconocidos, alquiler de amigos… Un sinfín de clientes se suscribe. ¡Están solos y muchas son las personas que sufren de soledad crónica!

Diciembre, mismo año: la pandemia. Además del duelo por la pérdida de familiares o amistades, una de las secuelas que nos está dejando es el sufrimiento por la separación física. Motivado por estas situaciones, no son pocas las personas que han caído en estados depresivos o han desarrollado algún tipo de trastorno relacional, por no hablar de la agudización de trastornos preexistentes.

Separación, aislamiento, toma de conciencia de nuestra impotencia, vulnerabilidad y fragilidad - ante un enemigo invisible -, duelo, trastornos emocionales, tristeza, angustia… son términos utilizados para definir un sentimiento inherente al ser humano: la soledad.

Según Dafne Cataluña, del Instituto Europeo de Psicología Positiva[2], son cinco los tipos de soledad: existencial, emocional, positiva, transitoria y crónica. Con Erich Fromm podemos intuir que todos ellos no son más que la manifestación de que el ser humano está dotado de razón, es vida consciente de sí misma (…), de sus semejantes, de su pasado y de las posibilidades de su futuro. Esa conciencia (…) como una entidad separada, (…) de su breve lapso de vida, del hecho de que nace sin que intervenga su voluntad y ha de morir contra su voluntad, de que morirá antes que los que ama, o éstos antes que él, (…) de su soledad y su «separatidad» (o estado de separación [T]), de su desvalidez frente a las fuerzas de la naturaleza y de la sociedad, todo ello hace de su existencia separada y desunida una insoportable prisión. Se volvería loco si no pudiera liberarse de su prisión y extender la mano para unirse (…) con los demás hombres, con el mundo exterior.[3]

Fromm va más allá y formula que la salida de esta prisión, la solución madura al problema de la existencia, es el amor, pero un amor entendido como arte - y ningún artista nace aprendido -. Este aprendizaje requiere disciplina (práctica diaria – o frecuente – de forma consciente), concentración en el instrumento (la otra persona), paciencia (lleva tiempo aprender) y preocupación por dominar el arte (querer aprender).

El distanciamiento preventivo nos ha hecho caer en la cuenta de lo importante que es un abrazo, un beso, un apretón de manos, estar juntos, vernos las caras… Cuando termine la pandemia ¿habremos aprendido algo?



[1] Laborde, Antonia (2019, 29 de julio) Se compran amigos y abrazos: la epidemia de soledad en EE UU ya es un negocio. El País, Sociedad. Recuperado de https://elpais.com/sociedad/2019/07/29/actualidad/1564417043_013460.html

[2] Cataluña, Dafne (2020, 21 de febrero). Tipos de soledad. Recuperado de https://www.iepp.es/tipos-de-soledad/

[3] Fromm, Erich (1980). El arte de amar. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona. 18-19.


Monday, June 28, 2021

Talleres ESPERE

 


[He publicado esta entrada en la revista digital Alumni Time, el 21/06/2021 (Castellano / Euskara)]

Un proceso para sanar, transformar, restaurar y recuperar 

"La mirada que tiene la ESPERE de la salud mental, se refiere no sólo a un individuo sano (en tanto ausencia de trauma) sino de un individuo con relaciones que contribuyan a la generación de equidad, justicia, cuidado, compasión, empatía y validación permanente. Los procesos de perdón y reconciliación tienen efectos directos en la mejora del bienestar psicológico y físico"

La Fundación Para la Reconciliación, instituida en 2003 por Leonel Narváez Gómez, Sacerdote Católico Misionero de La Consolata, es una entidad colombiana sin ánimo de lucro que desarrolla y aplica pedagogías para promover la Cultura Ciudadana del Cuidado, el Perdón y la Reconciliación. Facilitan procesos de prevención, transformación pacífica de conflictos, superación de las violencias y fortalecimiento de la cohesión social contribuyendo a la construcción de una paz sostenible. Uno de los cuatro programas creados por esta Fundación son las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ES.PE.RE.).

Estas Escuelas son un proceso pedagógico vivencial y lúdico para sanar las heridas, transformar la memoria ingrata, generar prácticas restaurativas y brindar herramientas para recuperar la confianza¹. Han llegado a más de 2 millones de personas en 22 países, recibiendo distintos reconocimientos, entre ellos el Premio Unesco de Educación para la Paz en 2006.

Las personas a las que se dirigen son todas aquellas que buscan sanar sus heridas de la vida cotidiana: exclusiones, humillaciones, bullying, riñas, problemas intrafamiliares, algún tipo de abuso o violencia, etc.

En 2018 inician su andadura en Euskadi de la mano de Manu Arrue SJ, responsable de Paz y Reconciliación de la Diócesis de Bilbao (2015 – 2018) y líder del proyecto de Perdón y Reconciliación del Centro Loyola, del Santuario de Loyola, con el objetivo de acompañar procesos que ayuden a sanar las heridas y el sufrimiento generados por los distintos tipos de violencia y la vulneración de los derechos humanos en nuestro país².

Manu Arrue SJ, Responsable del proyecto de Perdón y Reconciliación del Centro Loyola, del Santuario de Loyola.

Tras la pandemia, ¿cuál es tu opinión respecto de la necesidad de retomar los procesos de reconciliación?

Por testimonios que he escuchado, en algunos casos, se han tensado las relaciones, sobre todo las familiares y laborales. Y merecen un proceso de perdón que acabe en reconciliación. Y para otro grupo de personas, también ha sido la ocasión de entrar dentro de sí mismas y darse cuenta de algunas rabias que no les dejan vivir y de algunas personas con las que debían haber hecho las paces o de otras con las que están a tiempo de hacerlas.

¿Cuál es la metodología de los talleres ESPERE?

Es una metodología activa. Aprender haciendo. Son once módulos. En cada uno de ellos en primer lugar comenzamos haciendo un espacio seguro con alguna dinámica de confianza, después trabajamos una situación personalmente, y según el contenido, lo compartimos en grupos de tres personas, quedando muy clara la confidencialidad, y la escucha. A continuación, hacemos alguna lectura que ayude a poner palabras a lo vivido y un momento de clarificación. Terminamos con un cierre del módulo mediante un gesto, un símbolo, un escrito, y un pequeño recordatorio de la sesión. 

Presentamos a continuación el testimonio de dos Alumni de la Universidad de Deusto, miembros del equipo ESPERE de Bilbao.

Txema Auzmendi SJ, Lic. Filosofía (Prom. 75) por la Universidad de Deusto

¿Qué te impulsó a participar en los talleres ESPERE?

La extraordinaria experiencia que viví en Lima fue la que me impulsó a «entrar» en ESPERE. Vivimos la experiencia en Lima un grupo de personas que habíamos viajado allí desde Cuba. Fue preciosa. Y al volver a Cuba, pusimos en marcha los talleres ESPERE en varias ciudades: La Habana, Santiago... Tuvo lugar hace 6-7 años. Desgraciadamente, desconozco si el grupo sigue y se mantiene en activo.

¿Qué señalarías como más relevante de la experiencia vivida hasta ahora con el equipo de ESPERE?

Diría que la sed de venganza, el causar dolor a quien te lo ha causado puede cambiar y quien ha vivido algo así entra en una «nueva» vida: el sufrimiento y el dolor permanecen, pero no como antes, puesto que he hecho las paces conmigo mismo, al igual que con la persona que me creaba ese odio y sed de venganza.

¿Cuáles son tus expectativas de futuro respecto del Perdón y la Reconciliación en Euskadi?

Creo que existe una gran necesidad de ello, pero ¿cómo y dónde se puede realizar una presentación de lo que ESPERE ofrece? ¿Cómo y dónde se puede invitar a quienes necesitan vivir una experiencia similar, a quienes viven esclavos del odio y de hacer el mal a otros? Si no hay, si no tenemos oportunidad de hacer publicidad de ESPERE en TV o en radio, es difícil acercarse a las personas que necesitarían hacerlo. Ese es, a mi juicio, el mayor obstáculo para ofrecer ESPERE a la gente y no sé cómo superar esa dificultad. Tampoco creo que haya posibilidad de hacer una oferta más restringida o más corta, puesto que darse cuenta de la necesidad de perdón y de la bondad de darlo no son temas baladíes. Necesitan tiempo, ya que son en su mayoría procesos bastante largos y complicados.

Arantza Echaniz, Lic. Economía y Dirección de Empresas (Prom. 91); Dra. en la misma disciplina (Prom. 01) por la Universidad de Deusto

¿Qué te impulsó a participar en los talleres ESPERE?

Conozco a Manu Arrue, sj hace muchos años, desde mi época de estudiante en el campus de San Sebastián. Recibí una invitación suya a participar en un taller de fin de semana, dinamizado por dos personas del equipo ESPERE de Perú, cuyo título me cautivó. Creo firmemente en el poder sanador del perdón y en la necesidad de reconciliación. Además, se presentaba como un taller vivencial en el que cada persona trabajaríamos una herida personal, que no tenía que ser ni muy reciente ni muy ‘sangrante’. Al finalizar el taller nos propuso formar parte de un equipo cuyo objetivo sería trabajar la metodología ESPERE en nuestro entorno y no lo dudé.

¿Qué señalarías como más relevante de la experiencia vivida hasta ahora con el equipo de ESPERE?

Creo que hemos formado un equipo diverso, comprometido e ilusionado. Además, recibimos una formación online de la Universidad Ruiz de Montoya (Perú) que fue muy interesante y nos ayudó a profundizar. Desde entonces nos hemos reunido periódicamente para seguir formándonos, adaptar la metodología y desarrollar los talleres que vamos a impartir. Por desgracia, la pandemia ha hecho que no hayamos podido impartir muchos de ellos.

¿Cuáles son tus expectativas de futuro respecto del Perdón y la Reconciliación en Euskadi?

Creo que en Euskadi tenemos un pasado bastante reciente en el que ha habido mucho dolor, muchas heridas que han marcado nuestra sociedad. Afortunadamente, se ha avanzado mucho y hay diversas iniciativas que van en el camino de la sanación de esas heridas. La metodología ESPERE puede ayudar en ese camino; lo mismo que puede ayudar a cualquier persona que quiera hacer un trabajo personal de superación del sufrimiento generado por cualquier tipo de violencia o vulneración de derechos.

¹ Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE). Recuperado el 17/05/2021 de http://fundacionparalareconciliacion.org/escuelas-de-perdon-y-reconciliacion-espere/

² Perdón y Reconciliación. Recuperado el 17/05/2021 de https://loyola.global/es/noticias/142511-perdon-y-reconciliacion

Foto encabezado de Jakrawut Ouiseng en Unsplash.

Monday, June 21, 2021

Ignatius 500

 


[He publicado esta entrada en la revista digital Alumni Time, Es Noticia,  el 21/06/2021 (Castellano / Euskara)]

500 años de la conversión de San Ignacio de Loyola

20 de mayo de 1521. La fortaleza de la ciudadela pamplonica estaba sitiada por los franceses. El alcaide, analizada la situación, decide entregarla. Un aguerrido caballero vasco de 26 años le convence de lo contrario y, finalmente, aunque los otros caballeros no están del todo persuadidos, hacen frente al enemigo y continúan con la defensa. Tras un buen rato de batalla, un cañonazo galo acierta de pleno en la pierna derecha del vasco hiriéndole también la otra. Producida esta baja la fortaleza se rinde. El tozudo guerrero vasco es Iñigo de Loyola (Iñigo cambiará su nombre a Ignacio entre 1537 y 1542).

El herido es bien atendido por los vencedores y, después de casi dos semanas en Pamplona, lo trasladan hasta su casa natal: la casa solar de Loyola, cerca de Azpeitia. Una vez allí, atendidas sus heridas, su salud se deteriora peligrosa y rápidamente, temiendo todos por su vida. Ya desahuciado el 28 de junio por la mañana, a media noche y de forma repentina comienza su recuperación.

Joven de raíces enlazadas con la nobleza guipuzcoana y vizcaína, dado a las vanidades del mundo que principalmente se deleitaba en ejercicio de armas con un grande y vano deseo de ganar honra¹, con un pasado más bien relajado y licencioso y amante de las novelas de caballerías, durante su convalecencia, no pudiendo tenerse en pie, pide a los suyos sus lecturas favoritas para pasar el tiempo. No habiendo tales libros en la casa, le dieron un Vita Christi y un libro de la vida de los santos en romance.

Empezó a aficionarse a las historias que en ellos se narraban, aunque sus pensamientos iban alternándose entre lo que acababa de leer y su vida pasada. Sobre todo, una que tenía tanto poseído su corazón, que se estaba luego en pensar en ella dos y tres y cuatro horas sin sentirlo, imaginando lo que había de hacer en servicio de una señora, los medios que tomaría para poder ir a la tierra donde ella estaba, los motes, las palabras que le diría, los hechos de armas que haría en su servicio. Y estaba con esto tan envanecido, que no miraba cuán imposible era poderlo alcanzar; porque la señora no era de vulgar nobleza: no condesa, ni duquesa, mas era su estado más alto que ninguno destas.

En estos ejercicios de introspección fue percibiendo que mientras pensaba en lo mundano, se deleitaba mucho; mas cuando después de cansado lo dejaba, hallábase seco y descontento. Por el contrario, reflexionando sobre la vida de Jesús y la de los santos, no solamente se consolaba cuando estaba en los tales pensamientos, mas aun después de dejado, quedaba contento y alegre… No solo, sino que, además, crecía en él el deseo de vivir como ellos.

Una noche, estando despierto, vio claramente una imagen de nuestra Señora con el santo Niño Jesús, con cuya vista por espacio notable recibió consolación muy excesiva, y quedó con tanto asco de toda la vida pasada, y especialmente de cosas de carne, que le parecía habérsele quitado del ánima todas las especies que antes tenía en ella pintadas.


Son estos los primeros renglones del libro de la historia de la Compañía de Jesús que este año conmemora el quinto centenario de la conversión de su fundador. Del 20 de mayo de 2021 hasta el 31 de julio de 2022 se celebra el segundo Año Jubilar Ignaciano con el objetivo de potenciar el Camino Ignaciano como instrumento de encuentro con Dios y de crecimiento personal.

Con el deseo de hacernos descubrir que la Ignaciana es una espiritualidad para la renovación del mundo, tanto la Universidad de Deusto como la Provincia de España de la Compañía de Jesús han preparado programas y actividades en los que podemos participar y que pueden consultarse a través de los enlaces:

Universidad de Deusto: https://www.deusto.es/cs/Satellite/estudios/es/ignaciano
Provincia de España: https://ignatius500.org/es/
Internacional: https://ignatius500.global/

El P. General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa SJ, nos convoca en este Año Ignaciano a seguir su lema, Ver nuevas todas las cosas en Cristo, para alcanzar nuestra propia conversión que nos oriente la vida a Dios y al prójimo, porque Dios nos convoca a salir al mundo junto con otros.

¹ Los textos en cursiva se corresponden con citas de la edición de Josep María Rambla Blanch SJ de la obra El Peregrino: Autobiografía de Ignacio de Loyola, Ediciones Mensajero, Bilbao 2016,17-22 [N.A. J.C.D.A.].


Francisco José Ruiz Pérez SJ, delegado del Vicerrector de Comunidad Universitaria y Agenda 2030 para la celebración del Año Ignaciano en la Universidad de Deusto, nos transmite su reflexión.

El Año Ignaciano coincide con un momento especialmente crítico del mundo contemporáneo. Todo indica que la pandemia vírica que aún estamos cruzando es señal evidente de que nos abocamos a una transformación de dimensiones inciertas. Las cosas no pueden seguir siendo iguales a como las dejamos antes de haber experimentado la Covid-19. La enfermedad tiene la forma de una herida global y mortífera, cuyo dolor nos está haciendo comprender una humanidad nueva. En el aire se respira la urgencia de que demos saltos de consciencia, pero para que sean finalmente auténticos saltos de conciencia.

El Año Ignaciano puede ser un grano de arena en la ambientación y la inspiración de un cambio como el que imaginamos. La Compañía de Jesús entresaca de la biografía de su fundador, san Ignacio de Loyola, aquel momento tan decisivo de su vida en que se sumerge en una frustración sin precedentes. Si la Iglesia reconoce santidad en él, es por el salto cualitativo de consciencia y conciencia que protagoniza en ese trance. También fue una herida, de guerra esta vez, la que activa un proceso personal de transformación.

En realidad, aquella conversión es prototipo de otras que sucederán después, individuales y colectivas. Por eso, nos interesa tanto recordarla. Quien fuera un convencido de las lógicas del poder y la fuerza pasó a ser un testigo de lo contrario, de la otra lógica que san Ignacio vio en la existencia de Jesús de Nazaret. De hecho, su sueño colectivo se llamará “Compañía de Jesús”. No hay otros liderazgos más válidos, ni otras visiones de futuro más plausibles, ni otras estrategias mejores de resolución de conflictos.

¿Y si nuestro mundo pospandémico se detuviera en sus heridas, renunciara a evadirse de su responsabilidad en ellas, se pusiera a pergeñar una agenda de cambio que afrontara la fragilidad amenazada del planeta y proyectara soluciones colectivas y fraternas? Eso fue lo que hizo san Ignacio en su proporción, en sus circunstancias y en su contexto. Y, por eso, celebramos el Año Ignaciano: para que aquella dinámica continúe y no se detenga.