Monday, July 05, 2021

Soledad, ¿cuál es la respuesta?


 Photo by Tijs van Leur on Unsplash

[He publicado esta entrada en la revista Ciudad Nueva, Emocional, Julio/Agosto 2021, p.11]

Julio de 2019. Una noticia nos descoloca: Se compran amigos y abrazos: la epidemia de soledad en EE UU ya es un negocio[1]. En el paraíso del capitalismo varios emprendedores detectan un nicho de mercado y reaccionan. 7 ó 21 dólares por caminar con alguien, 20 por tocarse sin intenciones sexuales, fiestas de abrazos, sillas vacías en la esquina de una calle para hablar con desconocidos, alquiler de amigos… Un sinfín de clientes se suscribe. ¡Están solos y muchas son las personas que sufren de soledad crónica!

Diciembre, mismo año: la pandemia. Además del duelo por la pérdida de familiares o amistades, una de las secuelas que nos está dejando es el sufrimiento por la separación física. Motivado por estas situaciones, no son pocas las personas que han caído en estados depresivos o han desarrollado algún tipo de trastorno relacional, por no hablar de la agudización de trastornos preexistentes.

Separación, aislamiento, toma de conciencia de nuestra impotencia, vulnerabilidad y fragilidad - ante un enemigo invisible -, duelo, trastornos emocionales, tristeza, angustia… son términos utilizados para definir un sentimiento inherente al ser humano: la soledad.

Según Dafne Cataluña, del Instituto Europeo de Psicología Positiva[2], son cinco los tipos de soledad: existencial, emocional, positiva, transitoria y crónica. Con Erich Fromm podemos intuir que todos ellos no son más que la manifestación de que el ser humano está dotado de razón, es vida consciente de sí misma (…), de sus semejantes, de su pasado y de las posibilidades de su futuro. Esa conciencia (…) como una entidad separada, (…) de su breve lapso de vida, del hecho de que nace sin que intervenga su voluntad y ha de morir contra su voluntad, de que morirá antes que los que ama, o éstos antes que él, (…) de su soledad y su «separatidad» (o estado de separación [T]), de su desvalidez frente a las fuerzas de la naturaleza y de la sociedad, todo ello hace de su existencia separada y desunida una insoportable prisión. Se volvería loco si no pudiera liberarse de su prisión y extender la mano para unirse (…) con los demás hombres, con el mundo exterior.[3]

Fromm va más allá y formula que la salida de esta prisión, la solución madura al problema de la existencia, es el amor, pero un amor entendido como arte - y ningún artista nace aprendido -. Este aprendizaje requiere disciplina (práctica diaria – o frecuente – de forma consciente), concentración en el instrumento (la otra persona), paciencia (lleva tiempo aprender) y preocupación por dominar el arte (querer aprender).

El distanciamiento preventivo nos ha hecho caer en la cuenta de lo importante que es un abrazo, un beso, un apretón de manos, estar juntos, vernos las caras… Cuando termine la pandemia ¿habremos aprendido algo?



[1] Laborde, Antonia (2019, 29 de julio) Se compran amigos y abrazos: la epidemia de soledad en EE UU ya es un negocio. El País, Sociedad. Recuperado de https://elpais.com/sociedad/2019/07/29/actualidad/1564417043_013460.html

[2] Cataluña, Dafne (2020, 21 de febrero). Tipos de soledad. Recuperado de https://www.iepp.es/tipos-de-soledad/

[3] Fromm, Erich (1980). El arte de amar. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona. 18-19.


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