Monday, June 28, 2021

Talleres ESPERE

 


[He publicado esta entrada en la revista digital Alumni Time, el 21/06/2021 (Castellano / Euskara)]

Un proceso para sanar, transformar, restaurar y recuperar 

"La mirada que tiene la ESPERE de la salud mental, se refiere no sólo a un individuo sano (en tanto ausencia de trauma) sino de un individuo con relaciones que contribuyan a la generación de equidad, justicia, cuidado, compasión, empatía y validación permanente. Los procesos de perdón y reconciliación tienen efectos directos en la mejora del bienestar psicológico y físico"

La Fundación Para la Reconciliación, instituida en 2003 por Leonel Narváez Gómez, Sacerdote Católico Misionero de La Consolata, es una entidad colombiana sin ánimo de lucro que desarrolla y aplica pedagogías para promover la Cultura Ciudadana del Cuidado, el Perdón y la Reconciliación. Facilitan procesos de prevención, transformación pacífica de conflictos, superación de las violencias y fortalecimiento de la cohesión social contribuyendo a la construcción de una paz sostenible. Uno de los cuatro programas creados por esta Fundación son las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ES.PE.RE.).

Estas Escuelas son un proceso pedagógico vivencial y lúdico para sanar las heridas, transformar la memoria ingrata, generar prácticas restaurativas y brindar herramientas para recuperar la confianza¹. Han llegado a más de 2 millones de personas en 22 países, recibiendo distintos reconocimientos, entre ellos el Premio Unesco de Educación para la Paz en 2006.

Las personas a las que se dirigen son todas aquellas que buscan sanar sus heridas de la vida cotidiana: exclusiones, humillaciones, bullying, riñas, problemas intrafamiliares, algún tipo de abuso o violencia, etc.

En 2018 inician su andadura en Euskadi de la mano de Manu Arrue SJ, responsable de Paz y Reconciliación de la Diócesis de Bilbao (2015 – 2018) y líder del proyecto de Perdón y Reconciliación del Centro Loyola, del Santuario de Loyola, con el objetivo de acompañar procesos que ayuden a sanar las heridas y el sufrimiento generados por los distintos tipos de violencia y la vulneración de los derechos humanos en nuestro país².

Manu Arrue SJ, Responsable del proyecto de Perdón y Reconciliación del Centro Loyola, del Santuario de Loyola.

Tras la pandemia, ¿cuál es tu opinión respecto de la necesidad de retomar los procesos de reconciliación?

Por testimonios que he escuchado, en algunos casos, se han tensado las relaciones, sobre todo las familiares y laborales. Y merecen un proceso de perdón que acabe en reconciliación. Y para otro grupo de personas, también ha sido la ocasión de entrar dentro de sí mismas y darse cuenta de algunas rabias que no les dejan vivir y de algunas personas con las que debían haber hecho las paces o de otras con las que están a tiempo de hacerlas.

¿Cuál es la metodología de los talleres ESPERE?

Es una metodología activa. Aprender haciendo. Son once módulos. En cada uno de ellos en primer lugar comenzamos haciendo un espacio seguro con alguna dinámica de confianza, después trabajamos una situación personalmente, y según el contenido, lo compartimos en grupos de tres personas, quedando muy clara la confidencialidad, y la escucha. A continuación, hacemos alguna lectura que ayude a poner palabras a lo vivido y un momento de clarificación. Terminamos con un cierre del módulo mediante un gesto, un símbolo, un escrito, y un pequeño recordatorio de la sesión. 

Presentamos a continuación el testimonio de dos Alumni de la Universidad de Deusto, miembros del equipo ESPERE de Bilbao.

Txema Auzmendi SJ, Lic. Filosofía (Prom. 75) por la Universidad de Deusto

¿Qué te impulsó a participar en los talleres ESPERE?

La extraordinaria experiencia que viví en Lima fue la que me impulsó a «entrar» en ESPERE. Vivimos la experiencia en Lima un grupo de personas que habíamos viajado allí desde Cuba. Fue preciosa. Y al volver a Cuba, pusimos en marcha los talleres ESPERE en varias ciudades: La Habana, Santiago... Tuvo lugar hace 6-7 años. Desgraciadamente, desconozco si el grupo sigue y se mantiene en activo.

¿Qué señalarías como más relevante de la experiencia vivida hasta ahora con el equipo de ESPERE?

Diría que la sed de venganza, el causar dolor a quien te lo ha causado puede cambiar y quien ha vivido algo así entra en una «nueva» vida: el sufrimiento y el dolor permanecen, pero no como antes, puesto que he hecho las paces conmigo mismo, al igual que con la persona que me creaba ese odio y sed de venganza.

¿Cuáles son tus expectativas de futuro respecto del Perdón y la Reconciliación en Euskadi?

Creo que existe una gran necesidad de ello, pero ¿cómo y dónde se puede realizar una presentación de lo que ESPERE ofrece? ¿Cómo y dónde se puede invitar a quienes necesitan vivir una experiencia similar, a quienes viven esclavos del odio y de hacer el mal a otros? Si no hay, si no tenemos oportunidad de hacer publicidad de ESPERE en TV o en radio, es difícil acercarse a las personas que necesitarían hacerlo. Ese es, a mi juicio, el mayor obstáculo para ofrecer ESPERE a la gente y no sé cómo superar esa dificultad. Tampoco creo que haya posibilidad de hacer una oferta más restringida o más corta, puesto que darse cuenta de la necesidad de perdón y de la bondad de darlo no son temas baladíes. Necesitan tiempo, ya que son en su mayoría procesos bastante largos y complicados.

Arantza Echaniz, Lic. Economía y Dirección de Empresas (Prom. 91); Dra. en la misma disciplina (Prom. 01) por la Universidad de Deusto

¿Qué te impulsó a participar en los talleres ESPERE?

Conozco a Manu Arrue, sj hace muchos años, desde mi época de estudiante en el campus de San Sebastián. Recibí una invitación suya a participar en un taller de fin de semana, dinamizado por dos personas del equipo ESPERE de Perú, cuyo título me cautivó. Creo firmemente en el poder sanador del perdón y en la necesidad de reconciliación. Además, se presentaba como un taller vivencial en el que cada persona trabajaríamos una herida personal, que no tenía que ser ni muy reciente ni muy ‘sangrante’. Al finalizar el taller nos propuso formar parte de un equipo cuyo objetivo sería trabajar la metodología ESPERE en nuestro entorno y no lo dudé.

¿Qué señalarías como más relevante de la experiencia vivida hasta ahora con el equipo de ESPERE?

Creo que hemos formado un equipo diverso, comprometido e ilusionado. Además, recibimos una formación online de la Universidad Ruiz de Montoya (Perú) que fue muy interesante y nos ayudó a profundizar. Desde entonces nos hemos reunido periódicamente para seguir formándonos, adaptar la metodología y desarrollar los talleres que vamos a impartir. Por desgracia, la pandemia ha hecho que no hayamos podido impartir muchos de ellos.

¿Cuáles son tus expectativas de futuro respecto del Perdón y la Reconciliación en Euskadi?

Creo que en Euskadi tenemos un pasado bastante reciente en el que ha habido mucho dolor, muchas heridas que han marcado nuestra sociedad. Afortunadamente, se ha avanzado mucho y hay diversas iniciativas que van en el camino de la sanación de esas heridas. La metodología ESPERE puede ayudar en ese camino; lo mismo que puede ayudar a cualquier persona que quiera hacer un trabajo personal de superación del sufrimiento generado por cualquier tipo de violencia o vulneración de derechos.

¹ Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE). Recuperado el 17/05/2021 de http://fundacionparalareconciliacion.org/escuelas-de-perdon-y-reconciliacion-espere/

² Perdón y Reconciliación. Recuperado el 17/05/2021 de https://loyola.global/es/noticias/142511-perdon-y-reconciliacion

Foto encabezado de Jakrawut Ouiseng en Unsplash.

Monday, June 21, 2021

Ignatius 500

 


[He publicado esta entrada en la revista digital Alumni Time, Es Noticia,  el 21/06/2021 (Castellano / Euskara)]

500 años de la conversión de San Ignacio de Loyola

20 de mayo de 1521. La fortaleza de la ciudadela pamplonica estaba sitiada por los franceses. El alcaide, analizada la situación, decide entregarla. Un aguerrido caballero vasco de 26 años le convence de lo contrario y, finalmente, aunque los otros caballeros no están del todo persuadidos, hacen frente al enemigo y continúan con la defensa. Tras un buen rato de batalla, un cañonazo galo acierta de pleno en la pierna derecha del vasco hiriéndole también la otra. Producida esta baja la fortaleza se rinde. El tozudo guerrero vasco es Iñigo de Loyola (Iñigo cambiará su nombre a Ignacio entre 1537 y 1542).

El herido es bien atendido por los vencedores y, después de casi dos semanas en Pamplona, lo trasladan hasta su casa natal: la casa solar de Loyola, cerca de Azpeitia. Una vez allí, atendidas sus heridas, su salud se deteriora peligrosa y rápidamente, temiendo todos por su vida. Ya desahuciado el 28 de junio por la mañana, a media noche y de forma repentina comienza su recuperación.

Joven de raíces enlazadas con la nobleza guipuzcoana y vizcaína, dado a las vanidades del mundo que principalmente se deleitaba en ejercicio de armas con un grande y vano deseo de ganar honra¹, con un pasado más bien relajado y licencioso y amante de las novelas de caballerías, durante su convalecencia, no pudiendo tenerse en pie, pide a los suyos sus lecturas favoritas para pasar el tiempo. No habiendo tales libros en la casa, le dieron un Vita Christi y un libro de la vida de los santos en romance.

Empezó a aficionarse a las historias que en ellos se narraban, aunque sus pensamientos iban alternándose entre lo que acababa de leer y su vida pasada. Sobre todo, una que tenía tanto poseído su corazón, que se estaba luego en pensar en ella dos y tres y cuatro horas sin sentirlo, imaginando lo que había de hacer en servicio de una señora, los medios que tomaría para poder ir a la tierra donde ella estaba, los motes, las palabras que le diría, los hechos de armas que haría en su servicio. Y estaba con esto tan envanecido, que no miraba cuán imposible era poderlo alcanzar; porque la señora no era de vulgar nobleza: no condesa, ni duquesa, mas era su estado más alto que ninguno destas.

En estos ejercicios de introspección fue percibiendo que mientras pensaba en lo mundano, se deleitaba mucho; mas cuando después de cansado lo dejaba, hallábase seco y descontento. Por el contrario, reflexionando sobre la vida de Jesús y la de los santos, no solamente se consolaba cuando estaba en los tales pensamientos, mas aun después de dejado, quedaba contento y alegre… No solo, sino que, además, crecía en él el deseo de vivir como ellos.

Una noche, estando despierto, vio claramente una imagen de nuestra Señora con el santo Niño Jesús, con cuya vista por espacio notable recibió consolación muy excesiva, y quedó con tanto asco de toda la vida pasada, y especialmente de cosas de carne, que le parecía habérsele quitado del ánima todas las especies que antes tenía en ella pintadas.


Son estos los primeros renglones del libro de la historia de la Compañía de Jesús que este año conmemora el quinto centenario de la conversión de su fundador. Del 20 de mayo de 2021 hasta el 31 de julio de 2022 se celebra el segundo Año Jubilar Ignaciano con el objetivo de potenciar el Camino Ignaciano como instrumento de encuentro con Dios y de crecimiento personal.

Con el deseo de hacernos descubrir que la Ignaciana es una espiritualidad para la renovación del mundo, tanto la Universidad de Deusto como la Provincia de España de la Compañía de Jesús han preparado programas y actividades en los que podemos participar y que pueden consultarse a través de los enlaces:

Universidad de Deusto: https://www.deusto.es/cs/Satellite/estudios/es/ignaciano
Provincia de España: https://ignatius500.org/es/
Internacional: https://ignatius500.global/

El P. General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa SJ, nos convoca en este Año Ignaciano a seguir su lema, Ver nuevas todas las cosas en Cristo, para alcanzar nuestra propia conversión que nos oriente la vida a Dios y al prójimo, porque Dios nos convoca a salir al mundo junto con otros.

¹ Los textos en cursiva se corresponden con citas de la edición de Josep María Rambla Blanch SJ de la obra El Peregrino: Autobiografía de Ignacio de Loyola, Ediciones Mensajero, Bilbao 2016,17-22 [N.A. J.C.D.A.].


Francisco José Ruiz Pérez SJ, delegado del Vicerrector de Comunidad Universitaria y Agenda 2030 para la celebración del Año Ignaciano en la Universidad de Deusto, nos transmite su reflexión.

El Año Ignaciano coincide con un momento especialmente crítico del mundo contemporáneo. Todo indica que la pandemia vírica que aún estamos cruzando es señal evidente de que nos abocamos a una transformación de dimensiones inciertas. Las cosas no pueden seguir siendo iguales a como las dejamos antes de haber experimentado la Covid-19. La enfermedad tiene la forma de una herida global y mortífera, cuyo dolor nos está haciendo comprender una humanidad nueva. En el aire se respira la urgencia de que demos saltos de consciencia, pero para que sean finalmente auténticos saltos de conciencia.

El Año Ignaciano puede ser un grano de arena en la ambientación y la inspiración de un cambio como el que imaginamos. La Compañía de Jesús entresaca de la biografía de su fundador, san Ignacio de Loyola, aquel momento tan decisivo de su vida en que se sumerge en una frustración sin precedentes. Si la Iglesia reconoce santidad en él, es por el salto cualitativo de consciencia y conciencia que protagoniza en ese trance. También fue una herida, de guerra esta vez, la que activa un proceso personal de transformación.

En realidad, aquella conversión es prototipo de otras que sucederán después, individuales y colectivas. Por eso, nos interesa tanto recordarla. Quien fuera un convencido de las lógicas del poder y la fuerza pasó a ser un testigo de lo contrario, de la otra lógica que san Ignacio vio en la existencia de Jesús de Nazaret. De hecho, su sueño colectivo se llamará “Compañía de Jesús”. No hay otros liderazgos más válidos, ni otras visiones de futuro más plausibles, ni otras estrategias mejores de resolución de conflictos.

¿Y si nuestro mundo pospandémico se detuviera en sus heridas, renunciara a evadirse de su responsabilidad en ellas, se pusiera a pergeñar una agenda de cambio que afrontara la fragilidad amenazada del planeta y proyectara soluciones colectivas y fraternas? Eso fue lo que hizo san Ignacio en su proporción, en sus circunstancias y en su contexto. Y, por eso, celebramos el Año Ignaciano: para que aquella dinámica continúe y no se detenga.


Wednesday, June 16, 2021

Superpositivo

[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de EiTB el 16/06/2021 y en el blog de la revista Ciutat Nova el 12/07/2021 (Català / Castellano)]

Hace poco más de un mes un amigo me envió un enlace a un artículo de una revista digital pensando que podría interesarme. El autor era totalmente desconocido para mí. Esto despertó mi curiosidad y me hizo indagar en su biografía. Descubrí que se trataba de un filósofo surcoreano que a los 26 años había abandonado Seúl y se había trasladado a Alemania sin hablar ni una palabra de la lengua teutónica, la cual aprendió mientras estudiaba Filosofía, Literatura Alemana y Teología en Friburgo y Múnich. Tras doctorarse en Filosofía, ha sido profesor en la universidad de Basilea (Filosofía), en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe (Filosofía y teoría de los medios) y, actualmente, en la Universidad de las Artes de Berlín (Filosofía y Estudios culturales). Descubrí estas cosas y, con rubor por mi ignorancia, que desde 2012 es uno de los filósofos más influyentes de la actualidad: Byung-Chul Han.

El artículo se titulaba La obligación de ser feliz y es un fragmento de su ensayo La sociedad paliativa. En él, Han pone de relieve los efectos nocivos que provocan el exceso de positividad y la extendida necesidad de estar siempre felices, sumiéndonos socialmente en un estado anestesiado que rechaza y evita cualquier tipo de aspecto negativo, doloroso o molesto tanto en lo colectivo cuanto en lo individual.

La nueva fórmula de dominación es «sé feliz». La positividad de la felicidad desbanca a la negatividad del dolor. Como capital emocional positivo, la felicidad debe proporcionar una ininterrumpida capacidad de rendimiento. La automotivación y la autooptimización hacen que el dispositivo neoliberal de felicidad sea muy eficaz, pues el poder se las arregla entonces muy bien sin necesidad de hacer demasiado. El sometido ni siquiera es consciente de su sometimiento. Se figura que es muy libre. Sin necesidad de que lo obliguen desde afuera, se explota voluntariamente a sí mismo creyendo que se está realizando. La libertad no se reprime, sino que se explota. El imperativo de ser feliz genera una presión que es más devastadora que el imperativo de ser obediente (Han, 2021).

Quizás lo superpositivo sería empezar a reflexionar qué hacemos cada cual en, y con, nuestra vida. La realidad nos demuestra que las cosas pueden no ir bien siempre, que del mismo modo que nacemos, también moriremos un día. Que somos seres en relación y que, más allá de nuestras pantallas táctiles y de nuestras conexiones digitales, podemos contactar y comunicarnos cara a cara. Que, además de mis intereses personales o mis problemas, están los tuyos y los de tantas personas que nos rodean: cercanas o lejanas, pero cada cual con los suyos… Tal vez lo superpositivo sería volver a pensar más en nosotras y nosotros que seguir encerrados en el narcisista yo.

Carmen Durán e Ytúparaquévives - Te doy mi aire

https://youtu.be/IwUu0n9ZteU


Bibliografía

Geli, Carles (2018, 7 de febrero). “Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose”. El País Cultura. Recuperado de https://elpais.com/cultura/2018/02/07/actualidad/1517989873_086219.html

Han, Byung-Chul (2021, 4 de mayo). La obligación de ser feliz. Ethic. Recuperado de https://ethic.es/2021/05/la-obligacion-de-ser-feliz/

Herder Editorial. Byung-Chul Han. Recuperado de https://www.herdereditorial.com/contributor/byung-chul-han