[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia
Emocional de Eitb el 08.04.2019. Este Blog fue cerrado el 01/07/2024]
En
poco más de un mes, y en dos ocasiones
distintas, podremos ejercer nuestro derecho
a elegir a quienes nos representarán en las instituciones políticas, primero
las estatales y, posteriormente, las europeas, municipales y autonómicas o
forales - según los territorios.
Para
las elecciones generales – de ámbito
estatal -, tras examinar que se han cumplido los requisitos formales y que los partidos
extraparlamentarios han presentado los avales necesarios, las juntas
electorales han proclamado un total de 1.174
listas: 579 candidaturas al Congreso y 595 al Senado (B.O.E. Nº 79 de 02/04/2019). (Ver más en 20 minutos Las juntas electorales proclaman 1.174 listas al Congreso y al Senado y anulan 48).
En Euskadi se presentan trece partidos, de los que once lo
hacen en los tres territorios históricos y de los dos restantes, uno lo hace en Bizkaia y el otro en Gipuzkoa,
respectivamente.
Extrapolando al
ámbito estatal, podríamos decir que cinco son los partidos que se presentan en
todas las circunscripciones, esto es, un total aproximado de 260 listas (50 provincias más Ceuta y
Melilla). 260 de las 579 presentadas
para el Congreso de los Diputados.
No
debemos menospreciar que según los datos
que ofrece el CIS, un buen número de españoles, más del 15% en el último
barómetro, considera que los políticos en general, los partidos y la política
son el principal problema que existe actualmente en España. (Astrid Barrio, Listas electorales, sociedad y partidos). Cabe matizar, sin embargo, que esta
apreciación pudiera referirse a los partidos con mayor repercusión mediática,
es decir, aquellos que podríamos encuadrar en esos cinco de ámbito nacional,
más alguno de ámbito autonómico o local, pero deja fuera a muchos otros que
nunca han podido demostrar – por falta de representación – si podrían haberlo
hecho mejor que aquellos.
El
tedio que provoca la política en nuestra sociedad beneficia a los partidos más
poderosos y juega en contra de la propia ciudadanía que lo padece. ¿Podría ser una trampa perfectamente
orquestada?
En
cuanto a si emito mi voto en blanco, nulo o practico la abstención, recomiendo
la lectura del siguiente enlace: Voto en blanco, nulo y abstención, ¿a quién beneficia cada uno?
Votar es un derecho
y, como todo derecho, presupone un deber,
una obligación cívica.
De
forma gráfica, enlazo aquí un ilustrativo vídeo titulado Votar no vale huevo https://youtu.be/mO51n2Ha6fc