Foto El Correo. Luces navideñas en Bilbao |
[He
publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 24.12.2018. Este Blog fue cerrado el 01/07/2024]
El azar ha dispuesto que tal día como hoy,
víspera de Navidad de 2018, fuera mi turno para publicar estas líneas. No es
tarea fácil. Las emociones andan enfrentadas y la inteligencia, la de cada
cual, queda aturdida por diferentes motivos. Algunas personas rememoran su
infancia, cuando ajenos al dolor, las dificultades, los contratiempos
inherentes a cada vida, fueron felices.
Otras no quieren ni oír hablar del tema y se sienten mucho más identificadas
con, incluso atraídas por, el duende que Theodor
Seuss Geisel (Dr. Seuss) creó en 1957: El Grinch.
Los medios de comunicación y las redes sociales
se desbordan y nos inundan con todo tipo de frases, mensajes, cuentos,
fotografías, melodías, cortos, películas… que acaban colmando y saturando no
solamente las memorias y procesadores de nuestros teléfonos inteligentes, sino
también nuestra paciencia.
Los ayuntamientos e instancias públicas tampoco escatiman en gastos para
iluminar de colores y figuras nuestras noches, decorar nuestras calles, plazas
y parques y organizar todo tipo de actividades dirigidas a las y los más
pequeños, al menos en los centros
neurálgicos de nuestros municipios.
No podemos olvidar dos clásicos ya para las personas bilbaínas: Santo Tomás y la lotería
de Navidad (recomiendo la lectura de la entrada en el blog de Enrique Pallarés Molíns A propósito de la
lotería),
ni la vorágine de compras, tanto de alimentos como de regalos, y las
tradicionales comidas o cenas de empresa.
Es maravilloso celebrar juntos nuestros deseos de un mundo mejor y más feliz, y
que un año termine y dé paso a uno nuevo cuyas páginas están aún por escribir. Sin
duda hemos ido llenando estos días de luz, colores, adornos, regalos, música,
alegría, nostalgias, esperanza en el azar, desembolsos extraordinarios… y los
hemos ido vaciando de su auténtico sentido.
Hace en torno a unos 2018 años una joven judía, embarazada, tiene que
abandonar su casa por cuestiones administrativas y recorre junto a su marido
unos 12 km por una zona montañosa para llegar a un pueblo en el que no tienen
posibilidad de alojarse en ningún
sitio. De pronto se pone de parto y el único lugar vacío que encuentran es un
establo, donde consiguen improvisar una cuna para el recién nacido. Ese niño,
con los años, dirá a sus paisanos que el segundo mandamiento, semejante al
primero, era amar al prójimo como a
uno mismo (el primero era amar a Dios con toda el alma, el corazón y la mente).
Ese niño diría después, y sobre todo viviría, muchas otras cosas que chocan frontalmente
con la mentalidad humana en torno al poder, la codicia, el dinero, la
manipulación, la esclavitud, la explotación…
Aquella joven, unos meses antes del nacimiento
del suyo, visita por amor a su prima
quien ya mayor también espera un hijo y necesita ayuda. Cuando las dos se
encuentran y se saludan, respondiendo al saludo de su prima, la joven futura
madre contesta:
Mi alma canta
Canta la grandeza del señor
Y mi espíritu
Se estremece de gozo en Dios
Mi salvador (…)
Derribó del trono a los poderosos
Y elevó a los humildes
Colmó de bienes a los hambrientos
Y despidió a los ricos con las manos vacías
(Magnificat, Gen Verde)
Hoy
celebramos a esa mujer y a ese niño.
¡Feliz
Navidad!
1 comment:
Oso eder eta sakona. Eskerrik asko eta Eguberrion!!!
Post a Comment