[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia
Emocional de Eitb el 28.05.2019. Este Blog fue cerrado el 01/07/2024]
Paul Thumann: The three fates |
Las moiras
griegas - Cloto, Láquesis y Átropos - personificaban el destino. La creencia de
la época era que se presentaban ante el recién nacido para determinar el curso
que tomaría su vida. Su oficio era hilar, y el material con el que trabajaban
eran los hilos de la vida de los mortales. Cloto, con la rueca y el huso, lo hilaba.
Láquesis, medía y determinaba su longitud y Átropos era quien lo cortaba
finalmente, eligiendo tanto el cuándo cuanto el cómo.
Años
más tarde, los romanos denominaron parcas – Nona, Décima y Morta – a sus
tres homólogas regidoras del sino de los seres humanos: nacimiento, vida y
muerte, pero a diferencia de aquéllas, éstas, además, lo escribían de forma
imborrable en una pared de bronce, usaban lana para la línea principal y entretejían
en ella filamentos de oro o lana negra determinando así los momentos alegres o
tristes de cada cual.
Muerte (wpid) |
La tanatofobia es algo relativamente
reciente y básicamente inherente a la sociedad occidental que, aferrada a la
presunta omnipotencia de la razón y el conocimiento científico, se resiste a
aceptar que una de las pocas certezas irrefutables es que, tarde o temprano, la muerte llega, la
vida acaba. Y mientras tanto prefiere
ocultarla, pretender que no existe, convertirla en tabú, utilizar todo lujo de
eufemismos para referirse a ella evitando nombrarla (la parca, daños colaterales, víctimas, bajas, dormir el sueño eterno,
pasar a mejor vida, hacer el último viaje…) o incluso trivializarla
quitándole dramatismo mediante series, películas o videojuegos violentos y
sangrientos. Vida y muerte son realidades inexorablemente inseparables y cuando
pretendemos escindir la cara de la cruz de esta moneda, nos enfrentamos, entre
otras, a dos consecuencias: la desesperación y el olvido. En nuestra cultura nos cuesta aceptar la muerte de
alguien a quien queremos , y tras la pérdida, se pone en marcha un mecanismo de
borrado o emborronamiento paulatino de la memoria para huir de esa sensación de
malestar. (Recomiendo la lectura de Sobre la vida, la muerte y el duelo
¡Carpe Diem! y otras entradas
de la Dra. Arantza Echaniz Barrondo en torno a este tema).
Desfile del Día de Muertos, México |
Hace
unos meses caí en la cuenta de que, aunque están presentes el día de su aniversario,
en cierta medida mis muertos estaban muy ausentes de mi memoria y empecé por hacer
mentalmente una lista: Amaia, Conchita, Pedro Juan, Miren, Chito, Mayita,
Fernando, Giulio, Lluís, Ricardo, Antonio, José Miguel, Antonio, Fernando,
Milagros, Dionisio…
A base
de recitarla diariamente, se han ido incorporando Alejandro, Carmen, Enrique, Emma,
Piling, Purichu, Donald, Cecilio, Petra,
María, Jesús Mari, Felipe, María Luisa, Virginia, Iñaki, Ramoni, Jesús y Marisa.
Es curioso
que una práctica que lleva poco menos de un minuto reviva tantas experiencias y
dé tanta paz. Hoy es la primera vez que redacto estos nombres. ¡Vaya por todas
y todos…!
Cuando no hay nadie en el mundo de los vivos
que te recuerde desapareces de este mundo. (Coco)
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