Wednesday, April 08, 2020

Mi reloj de pared

@ Foto JCDA

¡Me lo regaló mi hijo! En cuanto lo vio supo que sería para mí. Me apasionan los relojes… Cuando fuimos a recogerlo aún no había comenzado el confinamiento, pero no fue mucho antes.

Ya en mi casa, tras varios días sobre un sofá, esperando a ser atendido, lo limpié, taladré la pared y puse una escarpia (previamente un taco, ¡claro!). Había buscado un lugar en el que se sintiera importante, solemne, respetado y, sobre todo, acogido, querido... Era un regalo especial…

Al principio no funcionaba. En la casa de Iker, perfectamente. Pero, se ve que con el traslado… Inspeccioné su mecanismo, visité distintos tutoriales en Internet; intenté de todo, hasta que, por fin, y como ocurren tantas cosas en la vida, por pura casualidad, conseguí hacerlo funcionar… ¡Todavía no sé qué fue lo que hice!

Tras varios días haciendo su tic-tac, vi que se adelantaba un poco y, según uno de aquellos tutoriales, había que regular la altura del péndulo… Lo hice… Y se paró… Como lo había hecho el tiempo en tantas personas durante estas semanas de reclusión…

Volví a desmontar algunas piezas y, lo reconozco, empecé a perder la paciencia… ¡Hasta me enfadé con él!

- ¿Por qué no quieres funcionar?, le preguntaba inútilmente (los relojes solo saben dar la hora, no hablan…)

Volví a desmontarlo. Quité las pesas, el péndulo, lo descolgué de la pared… Aproveché para volver a limpiarlo - tenía acumulado algo de polvo -. Ajusté una y otra vez el muelle del péndulo. Volví a colocarlo, y las pesas y el péndulo dichoso…

Durante varios días lo empujaba esperanzado - ¡al péndulo! - y, cada vez que volvía a pararse, subía (o bajaba) la tuerca de regulación de su altura… ¡Y nada! Volvía a pararse…

Entendí que era cuestión de paciencia y delicadeza, no de desesperación y violencia - en algunos momentos le habría dado un martillazo - … Pero, al igual que mis preguntas absurdas, habría sido inútil. Y, de haberlo hecho, ya no estaría más conmigo…

Un poco como nuestra vida durante estos días de encierro…

Hoy, 8 de abril del año de nuestro Señor de 2020, con paciencia, perseverancia, cariño y dedicación, ha vuelto a funcionar…

Tuesday, April 07, 2020

Cisne Negro


[He publicado esta entrada en la revista digital Alumni Time el 07/04/2020 (Castellano / Euskara), en el Blog de EiTB de Inteligencia Emocional el 10/04/2020, en el Blog de la revista Ciutat Nova el 13/04/2020 (Castellano / Català) y, adaptado, en Ciudad Nueva, Mirador. Junio 2020. El Blog de EiTB fue cerrado el 01/07/2024]

De niño, en mi San José natal, para mí los cisnes eran negros con el pico rojo. En el Parque Japonés, frente a mi escuela, no lejos de mi casa, todos los que había eran así. ¡Qué sorpresa me llevé al llegar a Europa y ver que aquí todos eran blancos!

Nassim Nicholas Taleb, economista libanés nacionalizado estadounidense, en 2007 formuló la teoría del cisne negro basándose en el hecho de que, hasta la llegada de los primeros colonos ingleses a Australia en el siglo XVII, en Europa se pensaba que todos los cisnes eran blancos. Este hecho, considerado como altamente improbable, sucedió y cambió la percepción que los ornitólogos tenían sobre esas aves hasta aquel momento.


Taleb, utilizando aquel descubrimiento de la Ilustración, al comienzo de su obra afirma (aunque discrepo con él en cuanto a la apreciación, diferida, de la belleza de este hermoso y esbelto animal):
Este hecho ilustra una grave iluminación de nuestro aprendizaje a partir de la observación o la experiencia, y la fragilidad de nuestro conocimiento. Una sola observación puede invalidar una afirmación generalizada derivada de milenios de visiones confirmatorias de millones de cisnes blancos. Todo lo que se necesita es una sola (y, por lo que me dicen, fea) ave negra (...)

Lo que aquí llamamos un Cisne Negro (así, en mayúsculas) es un suceso con los tres atributos que siguen.

Primero, es una rareza, pues habita fuera del reino de las expectativas normales, porque nada del pasado puede apuntar de forma convincente a su posibilidad. Segundo, produce in impacto tremendo. Tercero, pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que se hace explicable y predecible. (Taleb, 2010).

La Primera Guerra Mundial, el Crack de la bolsa de Nueva York en 1929, el lunes negro del 19 de octubre de 1987, los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, la caída de Lehman Brothers, la posterior crisis financiera global de 2008, la aparición de Internet, Google, Facebook, el Brexit, la victoria de Trump, son, entre otros, ejemplos de eventos Cisne Negro.

Inesperados, con un impacto tremendo y explicados a posteriori...

Desde el 31/12/2019 nos enfrentamos a uno nuevo: el COVID-19.

En menos de tres meses estamos siendo testigos en primera persona de situaciones sin precedentes en la reciente historia de la humanidad: la larma global planetaria y la paralización de la economía mundial. En un principio, con la reactivación de la xenofobia hacia la población de origen chino o personas con rasgos orientales, y después con el cierre de fronteras, confinamiento de millones de personas en cuarentena, desplome de las bolsas, paralización de la producción y caída del consumo mundiales, y estancamiento de la dsitribución de los mercados globales de materias primas (lo que conlleva la paralización de la producción en muchos países), cancelación de destinos turísticos, desplazamientos aéreos y marítimos, de actividades deportivas, etc. (Duque Ametxazurra, 2020).



Sin embargo, simultáneamente, la guerra, la discriminación, las personas refugiadas, enfermas de otras epidemias ahora olvidadas, presas de la inanición, perdiendo sus puestos de trabajo, migrantes, sin techo... siguen ahí, sufriendo, además, el COVID-19, mientras nosotras y nosotros nos confinamos cómodamente en nuestras casas, con las despensas repletas, agua potable y caliente, televisión, internet... Esas personas no tienen dónde ir... Ni dónde estar seguras... ¡Y nosotras y nosotros nos quejamos por no poder salir de casa!

Las reflexiones de Francesca Morelli, Psicóloga, Psicoterapeuta y Terapeuta EMDR, y de Alfredo Vela Zancada, Social Media Manager, se han convertido en virales en las últimas semanas.

Dice Morelli:


Creo que el universo tiene su manera de devolver el equilibrio a las cosas según sus propias leyes, cuando estas se ven alteradas (...)

En una era en la que el cambio climático está llegando a niveles preocupantes por los desastres naturales que se están sucediendo, a China en primer lugar y a otros tantos países a continuación, se les obliga al bloqueo; la economía se colapsa, pero la contaminación baja de manera considerable (...)

En un momento histórico en el que ciertas políticas e ideologías discriminatorias, con fuertes reclamos a un pasado vergonzoso, están resurgiendo en todo el mundo, aparece un virus que nos hace experimentar que, en un abrir y cerrar de ojos, podemos convertirnos en los discriminados, aquellos a los que no se les permite cruzar la frontera, aquellos que transmiten enfermedades (...)

En una sociedad que se basa en la productividad y el consumo, en la que todos corremos 14 horas al día persiguiendo no se sabe muy bien qué, sin descanso, sin pausa, de repente se nos impone un parón forzado. Quietecitos, en casa, día tras día (...)

En una época en la que la crianza de los hijos, por razones mayores, se delega a menudo a otras figuras e instituciones, el Coronavirus obliga a cerrar escuelas y nos fuerza a buscar soluciones alternativas, a volver a poner a papá y mamá junto a los propios hijos. Nos obliga a volver a ser familia.

En una dimensión en la que las relaciones interpersonales, la comunicación, la socialización, se realiza en el (no)espacio virtual, de las redes sociales, dándonos la falsa ilusión de cercanía, este virus nos quita la verdadera cercanía, la real: que nadie se toque, se bese, se abrace, todo se debe de hacer a distancia, en la frialdad de la ausencia de contacto (...)

En una fase social en la que pensar en uno mismo se ha vuelto la norma, este virus nos manda un mensaje claro: la única manera de salir de esta es hacer piña, hacer resurgir en nosotros el sentimiento de ayuda al prójimo, de pertenencia a un colectivo, de ser parte de algo mayor sobre lo que ser responsables y que ello a su vez se responsabilice para con nosotros. La corresponsabilidad: sentir que de tus acciones depende la suerte de los que te rodean, y que tú dependes de ellos.

Dejemos de buscar culpables o de preguntarnos por qué ha pasado esto, y empecemos a pensar qué podemos aprender de (ello) (...)

Por su parte, Vela nos plantea 12 cosas que tendremos que repensar cuando esta crisis pase: nuestros conceptos de sociedad, ciencia, noticias falsas, profesionales, medios de comunicación, economía, valores, tecnología, educación, burocracia, respondabilidad social PERSONAL...




Estamos todavía en la segunda fase de este evento Cisne Negro: su tremendo impacto. Nos queda pendiente la explicación a posteriori...

Esperemos haber aprendido, como humanidad, algo esta vez...

Nota del 18/05/2020:
Desde el punto de vista estrictamente económico, los analistas no acaban de ponerse de acuerdo en calificar la crisis actual como un evento cisne negro, entre otras razones porque induce a la resignación y en consecuencia eludimos buscar responsabilidades. Elvira García, experta en economía del comportamiento, explica por qué la pandemia de COVID-19 no cumple los requisitos: «En 2017 la Estrategia de Seguridad Nacional de España contemplaba las pandemias como “desafíos que se prevén”, sumado a una lista donde aparecen otros tan conocidos como los movimientos migratorios, la vulnerabilidad energética o el cambio climático. ¿Algunos de estos los catalogaríamos como sucesos imposibles de prever?» (www.merca2.es). Avisos desde luego no nos han faltado. Pero además el propio Taleb dudaría en ver aquí un cisne negro. Ya en 2007 escribió: «Veo riesgo de que un virus agudo muy extraño se propague por todo el planeta». Pero dejemos que los economistas se pongan de acuerdo. Les va a llevar su tiempo. Ahora bien, si nos fijamos en las repercusiones sociales de esta pandemia, probablemente la mayoría de la gente verá en esto no ya un cisne, sino un avestruz negro (no sé si hay un ave más grande). Y entonces es cuando vienen al caso las reflexiones de Francesca Morelli o las de Alfredo Vela Zancada. (Gracias a Josep Bofill y Javier Rubio por sus aportaciones para esta nota).

Bibliografía de referencia

Duque Ametxazurra, Juan Carlos (2020, 28 de febrero). Algo no me cuadra... Recuperado de: http://blogs.eitb.eus/inteligenciaemocional/2020/02/28/algo-no-me-cuadra

Merca2.es (2020, 31 de marzo). Por qué el coronavirus no es un Cisne Negro según Nicholas Taleb. Recuperado de: https://www.merca2.es/por-que-el-coronavirus-no-es-un-cisne-negro-segun-nicholas-taleb/

Morelli, Francesca (2020, 7 de marzo). Recuperado de: https://www.facebook.com/IlBlogDellaPsicologa/posts/2490728477923163?__tn__=K-R (Italiano)

Taleb, Nassim Nicholas (2010). El Cisne Negro. El impacto de lo altamente improbable. Ediciones Paidós Ibérica S.A. Pp. 5 y 6.

Vela Zancada, Alfredo (2020, 17 de marzo). 12 cosas que tendremos que repensar para cuando pasemos la emergencia sanitaria del #Coronavirus #infografía. Recuperado de: https://ticsyformacion.com/2020/03/17/12-cosas-que-tendremos-que-repensar-para-cuando-pasemos-la-emergencia-sanitaria-del-coronavirus-infografia/