Foto de Gerd Altmann en Pixabay
[He publicado esta entrada en la revista digital Alumni Time el 10.11.2021 (Castellano - Euskara)]
Juan Carlos Duque Ametxazurra y Aitor Urrutia Serrano
Allá por
1969 el gerontólogo y psiquiatra estadounidense Robert Neil Butler acuñó el
término age-ism (edad-ismo), para
referirse a la discriminación o intolerancia hacia las personas mayores o de
edad avanzada y vaticinó que en los siguientes 20 o 30 años en los Estados
Unidos sería un problema tan grave como el racismo o, incluso, que lo
superaría. Según algunas fuentes, entre 1958 y 1977 en el Estado español
nacieron casi catorce millones de personas, 2,5 más que en los veinte años
anteriores y 4,5 más que en los veinte siguientes. Esta generación comenzará a
jubilarse a partir de 2023 y en 2021 se encuentra en la franja de edad
comprendida entre los 44 y los 63 años.
En el
ámbito nacional, según los datos del INE en la encuesta de
población activa a 29/07/2021, EPA. Segundo trimestre 2021, por grupos de edad, se observan
descensos del paro este segundo trimestre entre las personas de 25 a 54 años
(–168.000). Por el contrario, el número de parados sube en 46.300 entre los
menores de 25 años y en 11.600 entre los de 55 y más años.
Según el
desglose de este informe en el diario Expansión para este periodo, el
paro entre 25 y 54 años se sitúa en el 13,8% (M:16,1%; H: 11,8%), que supone
2,38 millones de personas, de las que 1,32 son mujeres y 1,06 hombres. En
mayores de 54 años lo hace en el 12,8% (M: 14,4%; H: 11,3%): 564.000 personas,
295.000 mujeres y 269.000 hombres.
En el
apartado que presenta los datos por Comunidades Autónomas,
en Euskadi
el paro entre 25 y 54 años es del 8,3% (M: 8,8%; H: 7,8%), que supone 61.000
personas, de las que 31.000 son mujeres y 30.000 hombres. En mayores de 54 años
es del 7,7% (M: 7,2%; H: 8,3%), lo que significa que 17.000 personas, de las
que 8.000 son mujeres y 9.000 hombres, están en situación de desempleo.
Si
centramos nuestra atención en la
cantidad más que en el porcentaje y pensamos en la evolución de la
población activa que llegará al final de su vida laboral en los próximos años,
nos encontramos con varios y muy distintos elementos que requerirían una
profunda reflexión.
Uno de
ellos es la entrada de los y las mayores
de 40 años en el grupo de personas desempleadas y los motivos por los
cuales cada vez les resulta más difícil reincorporarse al mercado laboral.
El paro es siempre un drama. Cuando se es joven,
sin trabajo no se puede construir un proyecto de vida, pero queda toda una vida
por delante para luchar, intentarlo y conseguirlo. Hacer frente a una situación
de paro con más de 40 años es, además de
un drama, un reto abismal para conseguir reengancharse al mercado laboral.
Contactos y formación actualizada de conocimientos para hacer frente a las
necesidades actuales del mercado no siempre son suficientes. A los 55 se pide
lo que uno ya no tiene y no se valora lo que uno más tiene, experiencia. Así
queda reflejado en la noticia que emitió Televisión Española el pasado 3 de
marzo de este mismo año con el título “El drama del paro eterno en los mayores
de 50 años: Vivo por debajo del umbral de la pobreza y en casa de mis padres” y donde se apunta a que
más del 70 % de los desempleados mayores de 55 años lleva en esa situación más
de un año.
En junio
de 2019 la revista digital Compromiso Empresarial publica un artículo en el que
denuncia que el 71% de empresas del IBEX 35 se olvida del talento sénior, dedicándoles poca o
nula atención a las personas mayores de 50 años.
En aras
de crear equipos de alto rendimiento para incrementar su competitividad, el
tejido empresarial va incorporando planes
de igualdad para fomentar el empleo femenino, contratan profesionales de
distintas procedencias, conforman equipos multidisciplinares o los van rotando,
incluso existen programas para la contratación de profesionales con
neurodiversidad. Sin embargo, la contratación de profesionales sénior sigue
siendo residual.
Asimismo,
a la hora de cursar las candidaturas recibidas en los procesos de selección,
existen filtros reales que aplican tanto los portales de empleo como los
técnicos de selección de personal. Tanto
el sistema informático como el recruiter
tienen órdenes claras respecto al perfil de edad que se busca y, muy raramente,
ese perfil de edad excede de los 45 años en su límite máximo. Así que
automáticamente estás fuera, da igual cuántas veces te inscribas y en cuántas
ofertas. Da lo mismo a cuántos headhunters o consultorías de selección te dirijas, estás fuera del “perfil” que
solicitan sus clientes, no eres una materia prima útil para ellos.
Por
último, la persona que pierde su trabajo más allá de los cuarenta tiene que
vencer su propia profecía autocumplida: he perdido mi trabajo y estoy menos
motivado/a, estoy menos dispuesto a trabajar en programas de desarrollo
profesional, me cuesta entrar en lo digital, no tengo ambición ni hambre de
éxito, mi salud es más delicada o lo será en breve, ¿qué será ahora de mi
familia? Conclusión: nunca volveré a encontrar trabajo.
Para
salir de este círculo vicioso hay que
enfrentar el problema desde tres ángulos: la persona afectada, el tejido
empresarial y la cultura social. Es, por tanto, hora de remangarse y desarrollar acciones concretas para luchar contra esta
situación y contribuir a que la
discriminación por edad en el mundo laboral no sea una realidad. Por tanto,
un verdadero acto de innovación social:
el reto social que supone abordar una prolongación de la etapa laboral
minimizando los efectos inevitables del proceso de envejecimiento de cada
persona trabajadora.
Ante el
llamativo incremento de mayores de 40 años en la base de datos de personas en
búsqueda de empleo, en Deusto Alumni nace una exigencia: “¡tenemos que hacer algo!” Desde el curso 2015 – 2016 se
desarrolla anualmente el programa de Recolocación Profesional con el objetivo de
facilitar la incorporación al mercado laboral de este colectivo de difícil
inserción.
Combinando
el trabajo individual con el grupal, se trabajan algunas competencias
transversales con las personas participantes en el programa, se presentan
herramientas de búsqueda de empleo, se revisan los currículos individuales, se
realizan simulacros de entrevistas de trabajo para reforzar su seguridad,
poniendo en evidencia los puntos fuertes y débiles, y se trabaja con un/a coach
profesional para resolución de dudas y profundizar en la motivación individual.
Además, se les mantiene informadas de potenciales empresas empleadoras y de
ofertas de empleo que puedan ser de su interés.
Siguiendo
con dar oportunidades a la experiencia, nos encontramos con las bondades que sin duda encuentran las
empresas cuando incorporan talento sénior. Además de la diversidad
generacional, que aúna el empuje y desparpajo de la juventud con la experiencia,
se añade el saber hacer y el mayor
sosiego por parte de los séniores. Estos buscan una mayor raigambre laboral
y, por tanto, tenderán menos a la rotación. Asimismo, gozan de una mayor estabilidad emocional y madurez. Saben lo que quieren, cómo
conseguirlo y se esfuerzan en lograrlo. Vivieron un compromiso con las empresas
mayor que el que hay ahora, por lo que su cultura de empresa más fuerte (fidelidad). El bagaje experiencial que
llevan a cuestas les hace ser más resilientes
y no precipitarse ni ponerse nerviosos ante un problema, conflicto o cambio, al
tiempo que cuentan con una red de
contactos (clientes, proveedores, colaboradores, compañeros, amigos, etc.)
que podrá ser muy útil en caso necesario. El haber tratado con distintos
perfiles y en distintos ambientes, les ayuda también a ser mejores gestores de equipos. Suelen ser mejores interlocutores en
situaciones delicadas o difíciles, y cuentan con un mayor saber hacer (know-how) y
más conocimientos.
Abramos
los ojos. Salvo que nos quedemos por el camino antes de lo deseado, seguiremos
cumpliendo años y más pronto que tarde, muy a nuestro pesar, habremos llegado
también a esa edad en la que, esperemos que no, podríamos quedarnos sin trabajo
faltándonos muchos años para la jubilación...
Presentamos
a continuación el testimonio de dos Alumnae de la Universidad de Deusto que
realizaron el programa de Recolocación Profesional: Mónica de Anduiza Añón, Secretariado de Dirección (Prom. 92) y Esmeralda Morán Torres, Diplomatura en
Turismo (Prom. 94), ambas tituladas por la Universidad de Deusto.
¿Qué te impulsó a participar en el programa de
Recolocación Profesional? ¿Cómo te encontrabas personal y profesionalmente
antes de hacerlo?
Mónica: En mi caso, ya había tenido oportunidad de conocer al equipo Deusto Alumni con anterioridad. Al encontrarme en ese momento sin trabajo, consideré que era una gran oportunidad ya que sabía que siempre me iba a aportar, tanto profesional como personalmente, el realizar un programa con ellos.Como he
dicho antes, ya conocía al equipo de Deusto Alumni desde hacía un tiempo. Me
recibieron y acogieron con cariño; me escucharon y entendieron y eso es lo que
más necesitaba en ese momento así que en esta ocasión me encontraba en mejor
estado personal. A pesar de ello, la incertidumbre del futuro profesional
siempre cala y mina. No es fácil gestionarlo a cierta edad
Esmeralda: Después de una larga trayectoria
profesional de más de 25 años trabajando tanto en el sector del Turismo como en
otros sectores, de repente me encontré en una situación de desempleo no deseada
y me sentí muy sola y desorientada a la hora de replantearme un nuevo inicio
laboral.
En lo
personal me sentía muy sola y desorientada, sin saber muy bien qué camino tomar
y bastante desanimada, la verdad, y profesionalmente no sabía muy bien en qué
situación real me encontraba, si tenía o no opciones reales de encontrar un
nuevo empleo que se ajustara a mi perfil y viceversa y qué competencias tenía
ya o necesitaba desarrollar para aumentar mi empleabilidad en el futuro.
¿Qué señalarías como más relevante de la
experiencia vivida durante el programa?
Mónica: Comprensión y escucha. Al empezar el programa
no eres capaz de confesar lo que sientes ni todos tus miedos. El grupo que
formamos fue estupendo y cada cual iba abriéndose poco a poco, lo que hacía que
viéramos nuestros propios miedos reflejados en otra persona y nos diera fuerza
para hablar abiertamente sobre lo que realmente sentíamos. Nos apoyábamos los
unos en los otros y nos transmitíamos fuerza para seguir.
Esmeralda: Desde el minuto uno me
sentí muy acompañada porque el equipo humano que gestiona este programa se
preocupa de conocer la situación y personalidad de cada uno de los integrantes
del programa de Recolocación para ayudarnos a todos y cada uno de nosotros a
encontrar de nuevo nuestro camino laboral.
¿Qué cambios, de haberlos, señalarías como los
más importantes de tu antes y después de realizar el programa?
Mónica: Durante el programa se nos animó a
plantearnos planes B. No por haber estudiado una carrera concreta, o haber
trabajado en algo definido, tendríamos que continuar siempre así. Abrimos las
alas a la hora de pensar “qué me gustaría hacer realmente" “qué debo hacer
para lograrlo". Busqué mi propia felicidad a nivel laboral.
Esmeralda: El
principal cambio que he notado desde que participé en el programa ha sido en mi
propia actitud y expectativas ante el mercado laboral. Antes sentía que tal vez
el tren del empleo había descarrilado en mi caso y, sin embargo, he podido ver
que, con un poco de ayuda en la búsqueda de oportunidades laborales y cierta
orientación laboral en lo personal, es perfectamente posible reengancharse al
mundo laboral a pesar de tener más de 45 años.
¿En qué medida tu participación en el programa
ha facilitado tu reinserción laboral?
Mónica: Sobre todo me ha dado más seguridad. La
experiencia la llevaba ya puesta; la flexibilidad y los conocimientos también.
Pero algo que puede parecer sencillo, que se da por hecho, no lo es. A veces
necesitas que alguien te haga ver lo que vales, pero siendo realistas, sin
intentar crear una valía forzada o para consolar, sino haciendo hincapié en los
puntos fuertes de cada persona, de los cuales a veces no somos conscientes o
consideramos “normales" porque “somos así” lo cual no quita para que esa
característica propia sea un punto fuerte que no mucha gente tenga y haya que
valorarlo y explotarlo de manera consciente. Todos tenemos una gran valía: hay
que conseguir ver la que nos define y focalizarla.
Esmeralda:
Gracias al programa conseguí encontrar empleo, y antes de eso también conseguí
realizar varias entrevistas con empresas muy relevantes... Ahora mismo estoy en
la búsqueda de un nuevo empleo que se ajuste mejor a mis circunstancias
personales, pero sin duda, tengo que agradecer al programa de Recolocación de
Deusto Alumni que hoy en día tenga un empleo y mejores perspectivas laborales
que cuando inicié mi andadura en el programa.