Quino. #MafaldaQuotes. |
[He publicado esta entrada en el Blog de Inteligencia Emocional de Eitb el 04.10.2019. Este Blog fue cerrado el 01/07/2024]
Tolerar, en
su cuarta acepción del Diccionario de la Real Academia (DLE), se define como respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son
diferentes o contrarias a las propias. De ahí se deriva tolerancia como la acción y efecto de dicho verbo. Pero en este caso el DLE eleva el rango
definitorio a la segunda posición de la entrada: respeto de las ideas, creencias o prácticas… diferentes o contrarias a las propias.
Hubo
en tiempos de Teseo un personaje
apodado Procusto [Procrustes (estirador)] y conocido como Damastes (avasallador o controlador), Polipemón (muchos
daños) o Procoptas. Cuentan que era un bandido que ofrecía posada a los
viajeros solitarios. Tras convencerlos con artimañas y engaños, cuando estaban
dentro los acostaba y ataba en una cama de hierro, ajustable, que nunca
coincidía con las dimensiones del desventurado huésped. Si la estatura era
mayor, cortaba lo que sobresalía del camastro – cabeza y extremidades - o, si
era menor, estiraba sus miembros descoyuntándolo hasta que encajase en el
lecho.
Hazañas de Teseo. Kodros. Ciclo de las hazañas de Teseo: en el centro, el Minotauro; alrededor, en sentido horario desde la parte superior, Cerción, Procusto, Esciro, toro, Sinis, puerca. Kylix ática de figuras rojas, ca. 440-430 a. C. De Vulci. |
De
este modo, el mito del lecho de Procusto pasó a la
literatura universal como sinónimo de
uniformidad para referirse a aquellas personas que quieren adecuar la
realidad a la estrechez de sus intereses o a su particular forma de verla e imponerlas a quienes les rodean, mutilando a quienes sobresalen o
estirando a quienes no llegan. Pretenden siempre que nos acostemos en el lecho de Procusto.
Cuando
existe incapacidad para reconocer como válidas las ideas de otras
personas, o miedo a ser superado/a (o cuestionada/o) profesional o personalmente
- la envidia, los celos, etc. – la psicología habla del Síndrome de Procusto. En
la vida contemporánea occidental se nos pide ser excelentes, eficientes,
proactivos, que desarrollemos al máximo nuestras capacidades creativas y de
originalidad. Sin embargo, en muchos – demasiados – entornos vitales o
profesionales se busca – mejor dicho, se
impone - la uniformidad y se desprecia a quien despunta o a quien, sencillamente,
es diferente, promoviendo su
humillación y aislamiento, y facilitando así su acoso familiar, escolar,
laboral, político, social…
Por
terminar la historia: pasó un día Teseo por allí y se hospedó en casa de
Procusto. El rey-héroe le aplicó al bandido su propia medicina: lo redujo, lo
ató a su cama y lo descuartizó convenientemente. ¡Fin de la pesadilla
ateniense!
Me
considero una persona abierta al diálogo y bastante empática. Sin embargo, he
caído en la cuenta de que cuando alguna de mis hijas o de mis hijos me
plantea cuestiones que para él o para ella resultan
vitales pero que no coinciden con mis criterios,
opiniones, tradiciones, creencias, conocimientos, etc. no me resulta tan
sencillo intentar entenderles a la primera o simplemente escucharles y charlar
con ellos como lo hago con mis amistades en situaciones similares. En estos
casos el listón de mi tolerancia se
sitúa muchas veces demasiado bajo y en ocasiones pierdo los estribos. También
tengo una cierta edad y, cuando en casa o en el trabajo algo cambia o alguien mueve
algo de su sitio habitual, noto cómo me
sube la bilirrubina.
Otro
contexto en el que afloran la intolerancia
y la intransigencia es el deporte. Afortunadamente no soy futbolero – aunque sí del Athletic
- pero oigo a los comentaristas deportivos y a aficionadas y aficionados
enfervorizados despotricar del equipo contrario, o de algún jugador en
concreto, como si no hubiera un mañana.
En
el ámbito político, cada día nos
despiertan con declaraciones demoledoras, repletas de posturas intransigentes,
tanto en lo local, cuanto en lo nacional e internacional, que azuzan a la
población a atiborrar las redes sociales de ecos que más bien parecen ladridos
de una jauría…
Teseo
no va a venir a liberarnos de los Procustos que nos rodean o del que quizás anida en mayor o menor medida en nuestro carácter. Tal vez sería
aconsejable aprender a detectarlo y mantenerlo a raya cuanto antes…
[Entrada publicada también en Ciutat Nova, Blog (castellano) (català) Noviembre 2019]
[Entrada publicada también en Ciutat Nova, Blog (castellano) (català) Noviembre 2019]
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