Desmonto la estantería. Los libros ya los empaqueté anteayer...
Al sacar el tornillo del tercer estante de la izquierda, mi mente retrocede en el tiempo a aquella primavera en la que fue puesto en el sitio que ahora abandona...
¡Cómo lucía el sol! El limonero no daba abasto al centenar de limones que lo humillaban hasta el suelo. El césped, recién sembrado, empezaba a despuntar entre los terrones de tierra...
Me siento y me quedo mirando el estante del que acabo de quitar el tornillo. "¿Por qué no te callas?", le digo mientras intento deshacer la tela de araña que envuelve mi alma y que ralentiza mis movimientos...
"¡Termina ya! ¡Date prisa!", oigo que me digo... "¡Es hora de partir!"
Me siento adherido a ese estante, a aquel instante... Es hora de partir...
1 comment:
Nunca un árbol se humilla cuando da fruto, no lo olvides, se ofrece, pero no se humilla.
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